UNA RELACIÓN MADURA CON DIOS PADRE 

“Hoy quiero añadir que la apertura a Cristo, que en cuanto Redentor del mundo revela plenamente el hombre al mismo hombre, no puede llevarse a efecto más que a través de una relación cada vez más madura con el Padre y con su amor” (Encíclica “Dives in misericordia”, Papa Juan Pablo II).

El Papa Juan Pablo II habla de una relación cada vez más madura con nuestro Padre, que ayudará a que el mundo se abra al Salvador.

¿En qué consiste, pues, esta relación? Es una relación en la que nosotros, los cristianos, nos volvemos cada vez más seguros del amor de nuestro Padre; es una relación en la que se van desvaneciendo todas las ideas equivocadas que aún podamos tener de Él, sobre todo cuando están oscurecidas por el miedo y una falsa reverencia ante nuestro Padre Celestial.

Además, esta relación cada vez más madura con el Padre nos lleva a asumir la misión que Él nos ha encomendado en nuestra vida como amados hijos suyos: cooperar en su Reino, para glorificar a Dios y servir a los hombres.

Hace parte de esta relación madura la intimidad con Dios, que crece cuando interiorizamos las experiencias vividas con nuestro Padre. Al reflexionar con gratitud sobre cómo Dios vela incesantemente sobre nuestra vida, cómo nos señala el camino correcto –de forma tan amorosa y a la vez tan clara e inequívoca–, cómo su amor nunca disminuye, sino que sólo podemos comprenderlo cada vez mejor, va madurando nuestra relación con nuestro Padre.

También es provechoso que aprendamos a conocer y amar a nuestro Padre como amigo y confidente, de manera que se desplieguen aún más las distintas expresiones de un solo y gran amor entre Dios y nosotros. Entonces hablaremos a las personas de nuestro Padre y ellas percibirán el amor entre Dios y nosotros.

Sin duda esta relación madura con nuestro Padre ayudará a que las personas en el mundo se abran más fácilmente a Cristo. Entonces pondremos de nuestra parte para que se cumpla la exhortación que el Papa Juan Pablo II dirigió al mundo al comienzo de su Pontificado:

“¡No temáis! ¡Abrid, más todavía, abrid de par en par las puertas a Cristo!”