“Que el signo visible de mi presencia invisible sea una imagen, mostrando que realmente estoy presente. Así, todos los hombres desarrollarán sus actividades bajo la mirada de su Padre” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio).
Este es uno de los deseos que nuestro Padre Celestial transmitió a la Madre Eugenia Ravasio. A raíz de ello, se hizo y se difundió una imagen de Dios Padre. Yo (el Hno. Elías), quien escribe esta meditación, le pedí a un iconógrafo búlgaro que escribiera un ícono conforme a las prescripciones de la imagen existente. Este ícono se encuentra en la cripta de adoración perpetua en nuestro monasterio en Alemania y, cuando recibimos pedidos, también enviamos copias de esta imagen (contact@jemael.org).
Vemos hasta qué punto nuestro Padre Celestial se abaja a nuestra realidad humana. Todo católico practicante conoce las estatuas de los santos y de la Virgen María, así como el Crucifijo, y en alguna parte tiene colgada una imagen que le ayuda a recordar la presencia de Dios. Nuestro Padre corresponde a esta necesidad del hombre, queriendo que éste cobre consciencia de su presencia. Y quiere que en todas partes se coloque su imagen, para a través de ella decirles a los hombres: “Mirad, aquí estoy yo, vuestro amantísimo Padre, que tiene su mirada puesta sobre vosotros.” Así lo expresa en el Mensaje a Sor Eugenia:
“Deseo que me introduzcan en todas las familias, en los hospitales, incluso en los talleres y fábricas, en los cuarteles, en las salas de deliberación de los ministros de las naciones… En fin, dondequiera que se encuentren mis criaturas, aunque fuese una sola. (…) Así, yo mismo también tendré mi mirada puesta en la criatura que, después de haberla creado, he adoptado como hija. Así, todos mis hijos estarán bajo la mirada de su tierno Padre. Indudablemente también ahora estoy en todas partes; pero quisiera ser representado de forma visible.”