“UNA HERIDA INCURABLE PARA LOS DEMONIOS”

«El Señor no solo nos concedió el fruto del vientre de la mujer, el Redentor, que venció a la muerte con su muerte. También nos concedió a la misma mujer, la siempre Virgen y Madre de Dios, María, como constante intercesora ante su Hijo, nuestro Dios. Ella ha aplastado y sigue aplastando la cabeza de la serpiente en cada generación y es una protectora invencible e insuperable para los pecadores más desesperados. Por eso a la Madre de Dios también se la llama ‘herida incurable para los demonios’, pues el diablo no puede llevar a la condenación a ninguna persona a menos que deje de refugiarse en la ayuda de la Madre de Dios» (San Serafín de Sarov).

Hoy es el día en que la Iglesia celebra el nacimiento de la Hija del Padre, Madre del Hijo y Esposa del Espíritu Santo. La cita que acabamos de escuchar expresa muy bien lo que la Virgen María puede representar para los fieles y el gran regalo que el Padre Celestial ha dispuesto para la humanidad a través de ella.

Diversas fuentes atestiguan que los demonios apenas se atreven a acercarse a la Madre del Señor. No tienen acceso alguno a su Inmaculado Corazón, como decimos en la Iglesia Católica. Su Corazón está totalmente impregnado del amor a Dios y del amor de Dios hacia ella. Y este Corazón lo ofrece como refugio para los hombres. Si aceptamos este ofrecimiento de amor, podremos gozar de la protección especial de María. Ella nos ayudará a vencer el mal, incluso el que hay en nuestro corazón. Al amarla, adoptamos su manera de ser y somos partícipes de su relación con la Santísima Trinidad. Así, a los demonios se les vuelve imposible vencer a quienes están bajo su protección. ¡María es su herida incurable! ¡Qué sabiduría de nuestro Padre celestial!