UN RAYO DE PAZ

 

“Si alguien me honra y confía en mí, haré descender sobre él un rayo de paz en todas sus adversidades, en todas sus angustias, sufrimientos y aflicciones, sean las que fueren; sobre todo si me invoca y me ama como a su Padre” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio).

Nuestro Padre sabe muy bien lo que necesitamos en las adversidades. Para alcanzar la paz interior, no siempre es necesario superar todas las dificultades de un momento a otro y que los sufrimientos desaparezcan de inmediato. Lo que es esencial para nosotros es cobrar consciencia de que Dios no nos deja solos, sino que nos da siempre una señal de su presencia, aunque tengamos que hacerlo a través de un acto de fe en contra de nuestros sentimientos.

Si elevamos confiadamente los ojos a Dios, Él nos concederá lo que necesitamos en el momento preciso que estamos atravesando y lo que traerá luz a nuestra oscuridad interior o exterior. Con este “rayo de paz” que el Padre promete hacer descender sobre nosotros, podremos ponernos en marcha y no hundirnos en la oscuridad.

Un buen refrán alemán dice: “Cuando crees no poder seguir, una pequeña luz brilla aquí o allí”. Esta luz viene de Dios, que no deja al alma sin esperanza, sino que le ayuda a liberarse de las garras de la aflicción.

Las palabras que hoy hemos escuchado del Mensaje del Padre son una promesa suya de la que podemos y debemos fiarnos. A nuestro Padre le complace que nos tomemos en serio su palabra. Recordemos lo que sucede cuando hacemos una promesa a un niño: él no se cansará de insistir hasta que la hagamos realidad. Así, nos vemos comprometidos por la palabra que hemos dado y no queremos defraudarlo.

¡Cuánto más sucederá así con los hijos de Dios, que pueden recurrir a una promesa tan reconfortante de su Padre Celestial!