«Acogí las oraciones [de mi Hijo Jesús], para que el hombre tenga un camino trazado que le permita andar siempre en la justicia, a fin de llegar a salvo a mí» (Mensaje de Dios Padre a Sor Eugenia Ravasio).
En su amor solícito, nuestro Padre ha previsto y preparado todo para sus hijos. No solo nos ofrece los bienes naturales con gran sabiduría y amor para que nos deleitemos en ellos al atribuirlos con gratitud a nuestro Padre como su origen, sino que mucho más aún nos colma de bienes espirituales, de manera que admiremos cada vez más su amor manifestado en ellos.
Pero, sobre todo, nos ha concedido en su Hijo Jesucristo el camino seguro de la salvación que conduce a Él, un camino infalible y sin peligro de extravío. Todos pueden recorrerlo. En medio de las confusiones de este mundo, a pesar de los constantes intentos de los poderes del mal de perturbar los caminos de Dios, en un tiempo en que se empieza a considerar el mal como bien y se engaña así a las personas, ¡el Señor sigue estando ahí! Si seguimos a Jesús, nada podrá separarnos del amor de Dios. Pero, puesto que sus amados hijos son tan débiles, nuestro Padre Celestial les brinda tantos remedios a través de la Iglesia para que no desfallezcan en el camino después de haber caído.
Jesús oró por los suyos (Jn 17), y nuestro Padre acogió sus plegarias, sus palabras y obras, respondiendo a ellas con sobreabundantes bendiciones para la humanidad. Al encontrarnos con Jesús, recibimos todas estas bendiciones y nos volvemos receptivos al amor de Dios. Y todo el amor y gratitud que mostramos a Jesús glorifica a nuestro Padre. Dios velará celosamente sobre nosotros para que, a través del camino que nos trazó en su Hijo, lleguemos finalmente a Él. ¡Eso es seguro!