“TRIUNFARÉIS SOBRE VUESTRO ENEMIGO”  

«¿Queréis obtener la victoria sobre vuestro enemigo? Invocadme y triunfaréis victoriosamente sobre él» (Mensaje de Dios Padre a Sor Eugenia Ravasio).

En realidad, tenemos enemigos que nos envidian la vida y, aún más, el estado de gracia en el que nos encontramos cuando intentamos seguir sinceramente al Señor. El principal enemigo es el diablo, como nos deja claro san Pablo en la Carta a los Efesios (6,12). Pero también el mundo hostil a Dios, con sus múltiples seducciones, y nuestra naturaleza caída, con sus pasiones desordenadas, son nuestros enemigos, pues quieren apartarnos de Dios. Frente a todos ellos se aplica la promesa de nuestro Padre, que no nos deja solos en la lucha, sino que quiere vencer con nosotros y en nosotros contra todo aquello que quiera privarnos de la gracia que Él nos ha concedido.

Aunque esta lucha implique esfuerzo y a menudo sea muy dolorosa, de modo que nos alegraremos cuando finalmente termine en la eternidad, nuestro Padre, en su sabiduría, la permite para nuestro bien. Además, a través de ella podemos participar en la actualización de la victoria que nuestro Señor obtuvo en la cruz para la humanidad y hacerla fructificar en toda la tierra. Así, la cruz del inevitable combate se convierte en una tarea de honor al servicio del Señor, que Él sabrá recompensar.

La clave está en invocar a nuestro Padre. Precisamente cuando experimentamos nuestra debilidad y tomamos conciencia de nuestra inferioridad frente a los ángeles caídos si dependiéramos solo de nuestras propias fuerzas, nos volvemos más receptivos a la intervención y al auxilio de Dios. Entonces sabremos que fue la gracia de nuestro Padre la que nos permitió salir victoriosos en los combates. Esto, a su vez, despierta nuestra gratitud y humildad, si no olvidamos a quién le debemos la victoria. Así, la sabiduría de nuestro Padre también tiene en vista nuestro propio bien, para que seamos preservados de la tentación de la soberbia y lo amemos aún más.