“TODO POR ORDEN DE DIOS”

«Todo lo que he hecho ha sido por orden de nuestro Señor. No he hecho nada en el mundo sino por encargo de Dios» (Santa Juana de Arco).

En el siglo XV, Santa Juana de Arco pudo pronunciar estas maravillosas palabras ante el tribunal de Rouen que quería condenarla como bruja para complacer a los enemigos de la monarquía francesa de aquella época.

Pero, desde el punto de vista espiritual, no consiguieron lo que pretendían. Aunque dictaron una sentencia falsa e inválida que llevó a que el cuerpo de Juana fuera quemado en la hoguera, nunca pudieron dañar la pureza de su alma.

Esta alma estaba totalmente enfocada en Dios. Teniendo a dos santas del cielo como acompañantes espirituales, hablaba directamente con ellas a diario para asesorarse sobre todo lo que debía hacer y seguir al pie de la letra sus instrucciones. Cuando apenas tenía trece años, se le apareció el arcángel San Miguel y le exhortó a ser una «buena niña». Desde ese momento, el cielo mismo la preparó para la misión que le sería encomendada más adelante.

El carácter tan particular de su misión, que nunca habría podido cumplir por sus propias fuerzas, apunta a esta guía directa y santa de Dios. Así, desde el principio, nuestro Padre se glorificó en esta alma tan amada por Él. Ella no hacía nada sin Él. Siempre recibía las instrucciones y también las correcciones necesarias, de modo que pudo pronunciar ante sus jueces esta afirmación tan trascendental con toda pureza y verdad.

Así pues, estos hombres errantes condenaron a uno de los seres humanos más puros que ha visto esta tierra, «una de las criaturas más encantadoras que el amor de Dios ha llamado a la existencia» (palabra interior).

Que Santa Juana nos ayude a poder llegar a afirmar también nosotros: «No queremos hacer nada sino por orden de nuestro Padre», y que lo hagamos realidad cada vez más.