«Aún no puedo deciros más sobre este abismo, porque si os revelara la plenitud de mi amor por vosotros, os encontraríais ante el mayor de todos los misterios» (Mensaje de Dios Padre a Sor Eugenia Ravasio).
El Señor quiere sumergirnos en la profundidad infinita de su amor, tanto como podamos asimilarlo en nuestra condición humana actual. Santa Teresa de Ávila lo expresó más o menos así: «Señor, para ya, no puedo más». A san Francisco de Asís se le concedió escuchar música celestial y se sintió desfallecer: «Una nota más y moriré». Ambos santos expresan la misma realidad. Solo podemos asimilar el amor divino hasta cierto punto; de lo contrario, nos quemaría por dentro, por así decirlo, y nos encontraríamos frente a Dios mismo. Pero eso solo es posible en la eternidad.
Ahora bien, esta aparente limitación no debe entristecernos, sino motivarnos a avanzar hacia la vida eterna, hacia el encuentro pleno con Dios, nuestro Padre. A veces se dice: «¡Lo mejor está por venir!». En este contexto, es totalmente acertado. Si nos dejamos preparar por el Señor para el encuentro con la plenitud de su amor, entonces ya no habrá sufrimiento ni deseos sin cumplir; ya no habrá nada que nos impida estar ante el mayor de todos los misterios.
En su sabiduría, nuestro Padre nos guía así. Despierta el amor en nosotros y lo acrecienta según el grado de disposición que mostremos para cooperar con él y dejarnos purificar de todo aquello que impide su despliegue. A veces podemos cooperar activamente; otras veces, simplemente debemos abandonarnos a los procesos de purificación que el Señor permite que nos sobrevengan. La meta es la misma: se trata del amor, ese amor que nos llamó a la existencia, que guía nuestra vida, que nos redime de la muerte y la perdición; ese amor que se revela en toda su plenitud en la gloria del cielo. Pero ya aquí, en la Tierra, puede volverse tan intenso que no anhelemos nada más que estar con él y cumplir sus preceptos. Al mismo tiempo, sabremos que ese anhelo se cumplirá plenamente cuando estemos con él para siempre en la eternidad.
