TIEMPOS ESPECIALES, GRACIAS ESPECIALES 

“Echa una vez más la red del amor” (Palabra interior).

Ciertamente, nuestro Padre ha echado ampliamente la red de su amor por medio de su Hijo, para atraer a todos los hombres hacia Sí. Este ofrecimiento sigue vigente todo el tiempo que nuestro Padre, en su bondad, ha determinado, hasta que llegue el Fin de los Tiempos, cuyo momento solamente Él conoce (Mt 24,36).

Vivimos en el tiempo de la gracia; las puertas del Reino de los cielos están abiertas para todos los hombres. Pero, dentro del gran “Kairós” que se inauguró con la venida del Salvador, existen ciertos tiempos en los que el Espíritu Santo concede nuevos y fuertes impulsos. También en relación con la “obra de amor” que nuestro Padre vino a realizar a través del Mensaje a la Madre Eugenia, Él habla de un “tiempo de gracia especial”.

Tal vez podemos describir los tiempos presentes como una “densificación de la gracia”. De hecho, en el tiempo actual, que algunos fieles incluso consideran apocalípticos y en el que la oscuridad se cierne más densamente sobre la humanidad, se vuelve aún más urgente anunciar el Evangelio sin recortes, con la mirada puesta en el Padre Celestial.

¿Acaso no es fácil de entender que, precisamente en tiempos de necesidad y confusión, nuestro Padre nos llame a anunciar su amor? Durante los últimos años, con las restricciones que interfirieron repentinamente en el transcurso habitual de la vida, tal vez algunas personas hayan empezado a plantearse cuestionamientos más profundos.

En vista de ello, resulta aún más comprensible que nuestro Padre nos anime a echar una vez más la red de su amor. Especialmente ahora, cuando se extiende tanto sin-sentido en la vida, cuando las personas están desorientadas, cuando la política a menudo ha emprendido un rumbo equivocado, cuando las ideologías y conceptos humanos no pocas veces desplazan el anuncio auténtico del Evangelio en la Iglesia, es importante hacer frente a la oscuridad con la luz del Señor. ¡Precisamente ahora!

Siempre es el tiempo del Señor. Sin embargo, su luz debe brillar con más resplandor aún cuando las tinieblas creen poder dominar el mundo. Entonces echamos nuevamente la red del amor, con gran confianza y en la fuerza de su Espíritu. ¡Nuestro Padre nos mirará complacido!