SUPREMA SABIDURÍA

“Escuchar al Espíritu es suprema sabiduría; vivir en intimidad con Él, una fuente de alegría” (Palabra interior).

El Padre y el Hijo no nos han dejado huérfanos (Jn 14,18), sino que nos han enviado al Espíritu Santo para instruirnos y fortalecernos en todo. Él es el Maestro y guía seguro de nuestra vida espiritual. Si no abandonamos ni relativizamos la auténtica doctrina y enseñanza moral que la Iglesia nos ha transmitido desde siempre, entonces cumplimos las condiciones para que nuestro Maestro pueda instruirnos cada vez más profundamente.

Es suprema sabiduría permanecer en el marco espiritual que nos ha sido trazado y rechazar las falsas directrices, vengan de quien vengan. Si lo hacemos, entonces la guía interior del Espíritu Santo se convertirá en una fuente inagotable de alegría, incluso cuando tenga que hacernos correcciones en nuestro caminar, aunque, sin duda, en este último caso suele llevar un poco de tiempo hasta verlo como motivo de alegría espiritual.

Lo que solemos recibir de nuestro Maestro interior son orientaciones, ánimo, una luz para saber qué hacer en tal o cual circunstancia, respuestas a nuestras preguntas, entre muchas otras cosas. Ante todo, el Espíritu Santo abre nuestros ojos para ver desde la perspectiva del amor, para ver las situaciones con la mirada de Dios, en la medida en que seamos capaces de comprenderlas o el Señor quiera hacérnoslas entender.

Por eso, un verdadero encuentro con el Espíritu Santo es siempre un encuentro con el amor y la verdad. De ahí brota aquella alegría que permanece, siempre y cuando no nos desviemos. Aunque a veces esta alegría sea más interior y no se manifieste tanto en los sentimientos, sí que nos calienta e ilumina desde dentro.