“¿SERÁ QUE SUFRO BIEN?”

«Es cierto que sufro mucho, pero ¿sufro bien? Esa es la cuestión» (Santa Teresita del Niño Jesús).

Se podría dar como título «El arte de sufrir» a una meditación que aborda el difícil tema del sufrimiento. Sin duda, es uno de los artes más duros de aprender. Mejor dicho, lidiar de forma adecuada con el sufrimiento es una de las arduas tareas que se nos encomienda.

Como personas de fe, sabemos que no estamos abandonados a merced de nuestro sufrimiento, como si éste pudiera arrollarnos y sacarnos de quicio. Sabemos que el dolor y la muerte entraron en el mundo como consecuencia del pecado y la desobediencia (cf. Rom 6,23). Sabemos también que nuestro Señor Jesucristo asumió voluntariamente el sufrimiento para redimirnos.

Santa Teresita del Niño Jesús sabía todo esto. Sin duda, aceptó el sufrimiento que le sobrevino de la mano del Señor y lo ofreció a Dios como sacrificio, como es habitual en la espiritualidad carmelitana. No obstante, se plantea una pregunta que va más allá: ¿sufro bien?

Quizás consideraba que aún no había superado suficientemente esa rebelión interior que puede surgir y enraizarse ante el sufrimiento. Tal vez se refería a que aún le daba demasiada importancia al sufrimiento o descubría en sí misma tendencias a la autocompasión. Quizás constataba que sus pensamientos y sentimientos no estaban lo suficientemente enfocados en el Padre Celestial en la situación del sufrimiento.

Estamos hablando de una santa carmelita que no sólo aceptó el sufrimiento, sino que seguía preguntándose si lo sobrellevaba de forma adecuada para que Dios fuera glorificado y sirviera para la salvación de las almas.

Esta es, sin duda, una pregunta que todos podemos plantearnos en nuestra vida: ¿sufro bien?