SANTIFICADO SEA TU NOMBRE

“Santificado sea tu nombre” (Mt 6,9).

El Nombre de nuestro Padre debe ser santificado por los hombres en la Tierra, así como sucede sin duda en el cielo, donde los ángeles y los santos adoran a nuestro Padre con reverencia y amor, como describe el Libro del Apocalipsis: “Y todos los ángeles estaban de pie alrededor del trono, de los ancianos y de los cuatro seres vivos, y cayeron sobre sus rostros ante el trono y adoraron a Dios, diciendo: ‘Amén. La bendición, la gloria, la sabiduría, la acción de gracias, el honor, el poder y la fortaleza pertenecen a nuestro Dios por los siglos de los siglos’” (Ap 7,11-12).

De esta manera, nosotros, los hombres, correspondemos a la vocación que Dios nos ha encomendado: “[Fuimos] elegidos de antemano (…) para que alabemos su gloria los que ya antes esperábamos en Cristo” (Ef 1,11-12).

Nuestro Padre quiere glorificarse en nosotros, revelando a los hombres su amor y su bondad por medio nuestro. Nadie glorificó a Dios como su Hijo predilecto. Pero, en su imitación, también nosotros estamos destinados a dar a conocer al mundo entero la gloria de nuestro Padre.

¿Esto ya está sucediendo? En el Mensaje del Padre, nos encontramos con esta pregunta planteada por Él mismo: “¿Mi Nombre es santificado?”

Si tenemos en cuenta la realidad objetiva de que Dios es el Padre de todos los hombres, creo que debemos responder con honestidad que, por desgracia, su Nombre aún no es santificado como debería. ¡Cuántas personas ni siquiera lo conocen y, por tanto, tampoco pueden santificarlo! ¡Cuántas personas consideran irrelevante a Dios y son indiferentes hacia Él! ¡Cuántos han olvidado que existe un Padre que ha de ser santificado a través de nuestra vida y cuya presencia levanta y salva a los hombres!

Si queremos servir a nuestro Padre, ¿qué podemos hacer? Debemos vivir nuestra vida de tal manera que Él sea glorificado en ella e invitar a otras personas a hacer lo mismo siguiendo a Cristo. Así, su Nombre será santificado y nuestra vida alcanzará su sentido más profundo.