San Rafael, Arcángel

De acuerdo con el calendario tradicional, hoy se celebra la fiesta del Arcángel San Rafael. Sin duda, es mucho más difícil describir a un ángel que la vida de un santo. Estas últimas suelen estar bien documentadas y son más accesibles para nosotros, los seres humanos. No obstante, deberíamos familiarizarnos más con nuestros fieles amigos en el cielo, sin por ello dejar que nuestra imaginación nos lleve demasiado lejos.

No es raro oír hablar de los ángeles en el ámbito esotérico. Sin embargo, si no se aplica un discernimiento claro de los espíritus, es fácil que nuestra propia imaginación nos sugiera ideas ilusorias sobre los ángeles que no se ajustan a la realidad o incluso que el diablo nos engañe. No podemos pasar por alto el hecho de que los demonios siguen teniendo una naturaleza angélica y, por tanto, están provistos de una inteligencia superior a la nuestra, de manera que les resulta fácil inducir a error a las personas que no están firmemente arraigadas en la auténtica fe. Por eso, antes de hablar del Arcángel San Rafael, conviene recordar lo que la Iglesia nos enseña sobre estos seres maravillosos. Así tendremos criterios para identificar mejor a los ángeles fieles.

El IV Concilio de Letrán y el Concilio Vaticano I establecen una distinción entre las criaturas espirituales y las corporales, situando a los ángeles en el primer grupo. A diferencia de la naturaleza humana, que es tanto espiritual como corporal, la naturaleza angélica es puramente espiritual, es decir, libre de toda corporeidad. La Sagrada Escritura se refiere expresamente a los ángeles como espíritus.

Como seres espirituales, los ángeles poseen entendimiento y libre voluntad. El conocimiento y voluntad de los ángeles, por ser su naturaleza puramente espiritual, son mucho más perfectos que el conocimiento y la voluntad humana. Sin embargo, por ser criaturas de Dios, son esencialmente inferiores a Él en cuanto a conocimiento y voluntad.

Los ángeles aparecen frecuentemente en las Sagradas Escrituras como mensajeros de Dios. En el Libro de Tobías (12, 7-18), el Arcángel San Rafael pronuncia las siguientes palabras:

«Bueno es mantener oculto el secreto del rey y también es bueno proclamar y publicar las obras gloriosas de Dios. Practicad el bien y no tropezaréis con el mal. Buena es la oración con ayuno; y mejor es la limosna con justicia que la riqueza con iniquidad. Mejor es hacer limosna que atesorar oro. La limosna libra de la muerte y purifica de todo pecado. Los limosneros tendrán larga vida. Los pecadores e inicuos son enemigos de su propia vida. Os voy a decir toda la verdad, sin ocultaros nada. Ya os he manifestado que es bueno mantener oculto el secreto del rey y que también es bueno publicar las obras gloriosas de Dios. Cuando tú y Sara hacíais oración, era yo el que presentaba y leía ante la Gloria del Señor el memorial de vuestras peticiones. Y lo mismo hacía cuando enterrabas a los muertos. Cuando te levantabas de la mesa sin tardanza, dejando la comida, para esconder un cadáver, era yo enviado para someterte a prueba. También ahora me ha enviado Dios para curarte a ti y a tú nuera Sara. Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están siempre presentes y tienen entrada a la Gloria del Señor». Se turbaron ambos y cayeron sobre sus rostros, llenos de terror.

Él les dijo: «No temáis. La paz sea con vosotros. Bendecid a Dios por siempre. Si he estado con vosotros no ha sido por pura benevolencia mía hacia vosotros, sino por voluntad de Dios. A él debéis bendecir todos los días, a él debéis cantar».

Este pasaje nos revela mucho sobre el Arcángel Rafael, pues son sus propias declaraciones las que lo testifican:

  1. Instruye a las personas y les comunica lo que deben saber de parte de Dios y cómo obrar para agradarle: dar limosna, practicar la oración con ayuno, protegerse del pecado, etc.
  2. Rafael presentaba las oraciones de Tobías y Sara ante el Trono de Dios, así como su buena obra de enterrar a los muertos. Había sido enviado para poner a prueba su fidelidad a Dios.
  3. Atestigua que no viene por benevolencia propia, sino por encargo de Dios y para traer curación.
  4. Exhorta a bendecir y a cantar a Dios.

Estos puntos, que se desprenden de las propias palabras de San Rafael, sintetizan la tarea de un Santo Arcángel. Así como nos enseña la Iglesia sobre los ángeles en general, éstos vienen a protegernos en nuestro camino hacia Dios, a instruirnos y a acompañarnos.

Así tenemos un criterio seguro para distinguir entre una auténtica veneración de los ángeles y cualquier engaño. Los ángeles siempre actúan por encargo de Dios y nunca nos conducirán sino a lo que Dios ya nos ha revelado. Su gran alegría consiste en anunciar la bondad de Dios y ayudar a los hombres en su camino hacia Él. Siendo mensajeros de Dios, nunca querrán que nos quedemos admirando su persona. Así, el Arcángel Rafael insiste: «Si he estado con vosotros no ha sido por pura benevolencia mía, sino por voluntad de Dios».

Por tanto, podemos recurrir con plena confianza a los santos ángeles —por ejemplo, al Arcángel San Rafael— y tener la certeza de que son excelentes compañeros en el camino hacia Dios, llenos de amor y humildad. Con su propio ejemplo, nos enseñan cómo debemos comportarnos frente a Dios, recordándonos que, como cristianos, actuamos por encargo suyo y no para atraer la atención hacia nosotros mismos. Cuanto más íntima sea nuestra amistad con los santos ángeles, más adoptaremos su actitud y aprenderemos tanto de sus palabras como de su forma de ser.

San Rafael, ruega por nosotros para que aceptemos de buen grado y con gratitud la ayuda que los santos ángeles nos brindáis, de manera que nos regocijemos en vosotros y juntos nos deleitemos en Dios y Él en nosotros.

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Meditación sobre la lectura del día: https://es.elijamission.net/el-combate-contra-la-carne-3/

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