“RESISTENCIA INTERIOR AL PECADO”

«Yo soy la resistencia contra el pecado dentro de tu corazón» (Palabra interior).

Se cuenta que, en una etapa de su vida, Santa Catalina de Siena sufrió terribles tentaciones contra la pureza y que entonces habló con Jesús y le preguntó dónde había estado Él mientras ella atravesaba esos ataques que le resultaban insoportables. Jesús le respondió que había sido Él quien había obrado en su corazón la repugnancia a tal impureza.

La frase de hoy nos recuerda a este combate que cada uno de nosotros debe afrontar en diversos ámbitos. Aunque no siempre logremos rechazar y vencer por completo todo pecado, es decir, salir victoriosos del combate, hemos de saber que nuestro Padre nunca nos abandona. Es Él quien nos fortalece en la lucha contra el pecado y nos sostiene para que podamos resistir. Es su Espíritu el que no tolera el pecado y despierta en nosotros la repugnancia hacia él. Incluso cuando hemos caído, es su Espíritu quien nos lleva al arrepentimiento.

Esto nos recuerda que nuestro Padre está siempre con nosotros, especialmente en las horas de fuerte tentación. Precisamente en estos momentos no nos deja solos, sino que lucha dentro de nosotros.

Es bueno interiorizar esta certeza. Nosotros, los seres humanos, somos débiles, y nadie lo sabe mejor que nuestro Padre. Pero, ¿cuál es su respuesta ante nuestra debilidad? Se ocupa aún más de nosotros. Cuando la seducción del pecado quiere confundir nuestra mente y debilitar nuestra voluntad, Él está presente en lo más profundo de nuestra alma y nos sostiene.

En la escuela de amor de nuestro Padre, deberíamos aprender esta actitud para el trato con otras personas. Si son débiles, debemos sostenerlas. Si están en peligro y podemos advertirles, lo hacemos con amor y oramos por ellas. Si han caído, les recordamos la misericordia de Dios. De este modo, imitando al Señor, también nosotros nos convertimos en resistencia a la aparente omnipotencia del pecado.