“REFLEJO DE LA LEY”  

«Yo soy la verdadera fuente de la Ley, y vosotros debéis ser su reflejo» (Mensaje de Dios Padre a Sor Eugenia Ravasio).

Todo lo que procede de nuestro Padre brota del amor. ¡He aquí el gran descubrimiento de nuestra vida! El amor es el misterio por el que vivimos y del que vivimos. Mientras no lo hayamos comprendido, nos faltará el sentido más profundo de la existencia. Puede que nos sintamos asfixiados por todos los signos y manifestaciones que anuncian la ausencia de amor en este mundo. Algunos se preguntarán: «¿Por qué un Dios amoroso lo permite?». Pero es ahí donde la fe viene en nuestro auxilio, aferrándonos a la certeza de que el amor de Dios sostiene el mundo y de que nuestro Padre es la fuente de nuestra existencia.

Si hemos tenido la dicha de conocer al Padre celestial, y hemos respondido a su invitación al amor, profundizándola día a día, entonces Él nos llama a ser apóstoles de su amor, pues esta es la nueva Ley de la que debemos ser reflejo. Al entrar en contacto con nosotros, las personas deben experimentar el amor de Dios.

A continuación, nuestro Padre nos dice en el Mensaje a sor Eugenia que debemos ser «apóstoles encendidos de amor que busquen almas mansas y delicadas, para que mi Reino de amor se extienda entre todos los hombres».

Si nosotros estamos encendidos de amor, es posible que los demás lo noten y comiencen a anhelar este amor. Los primeros en responder probablemente serán aquellos que ya habían estado en busca del amor por su propia cuenta. Después, tal vez los que nunca lo han experimentado de verdad. Una vez que el amor ha triunfado, ya no se quiere vivir sin él. Lo buscarás, lo cuidarás, lo cultivarás, lo amarás…

Un alma ardiente dijo una vez: «¡Al fin he encontrado mi vocación! ¡Mi vocación es el amor!». (Santa Teresita del Niño Jesús). Sin duda, es la mejor vocación.