“¿PUEDE HABER ALGUIEN MÁS GENEROSO QUE TÚ?”

«¿Puede haber alguien más generoso que Tú a la hora de dar, si tan solo encuentras a alguien que reciba? ¿Quién retribuye más generosamente que Tú los servicios que se te prestan?» (Santa Teresa de Ávila).

Al unísono con santa Teresa, podemos responder: ¡Nadie! En estas palabras se refleja tanto su gratitud por el amor y la generosidad del Señor como su tristeza porque los hombres no acogen suficientemente las gracias que se les ofrecen. Ella se lo transmitía una y otra vez a sus hermanas en relación con el camino interior, subrayando que no podemos ni imaginar todo lo que el Señor quiere darnos si tan solo estamos dispuestos a recorrer el proceso de transformación en Cristo.

Es así: La generosidad de Dios y el don de su amor solo pueden ser detenidos por nosotros mismos cuando atamos nuestra capacidad de amar a las cosas pasajeras y, sobre todo, cuando seguimos girando en torno a nuestra propia persona.

Sólo podremos salir de este egocentrismo si fijamos la mirada en Dios, si dialogamos sinceramente con Él, si le pedimos su gracia y estamos dispuestos a someternos a su guía. Entonces, ya no se tratará solo de una petición nuestra para recibir tanto como podamos, sino que también le daremos al Señor la oportunidad de encontrar un receptor dispuesto a acoger ese amor que quiere darse, un alma dispuesta a entrar en la alianza nupcial con Cristo. Una vez que el amor divino nos toca, nuestro amor se enciende. Si éste es verdadero, entonces, como dice Santa Teresa, tendremos una sola preocupación: complacer a nuestro Padre.

La santa añade: «El hombre muere entonces del deseo de ser amado por ti y consume su vida en el anhelo de poder amarte más».

Si esto sucede, nuestro Padre habrá encontrado a alguien que dé cabida a su amor.