¿POR QUÉ EL SEÑOR HABRÍA DE NEGARTE ALGO?

 

“¿Por qué el Señor habría de negarte algo, si tú se lo das todo?” (Palabra interior).

Estas palabras no reflejan, de ninguna manera, una especie de relación comercial con Dios; es decir, no se trata de reclamar al Señor como derecho todo Él que me debe en función de mi propia entrega y disponibilidad. Antes bien, se trata de un profundo misterio de amor entre Dios Padre y nosotros.

Las palabras de hoy nos transmiten la naturalidad de la relación de amor entre el Creador y su criatura; o, mejor aún, entre el Padre Celestial y sus hijos; y, aún más allá, la relación de amistad entre Dios y aquellos que le sirven sin reservas.

Con estas palabras, el Señor quiere alejar de nuestro corazón cualquier posible duda, porque para Él es muy importante que confiemos en Él. En efecto, la confianza es la clave de una íntima relación con Dios. Desde este trasfondo, las palabras de hoy adquieren todo su resplandor. Sería impensable que nuestro Padre nos negase algo que nos serviría para nuestra salvación, algo que acrecentaría nuestro amor por Él, algo que nos permitiría comprender más profundamente su misericordia… En su generosidad, no pocas veces el Señor nos concede incluso nuestros pequeños y grandes deseos que alegran nuestro corazón y no nos perjudican, de modo que experimentamos con gratitud su amor solícito.

Si nuestro corazón está inflamado de amor por Dios y el diálogo amoroso y confiado con nuestro Padre se nos ha convertido en algo natural, entonces aprenderemos casi automáticamente a amar lo que Dios más ama, y nuestros deseos estarán cada vez más impregnados por el Espíritu Santo. De esta manera, nos desprenderemos más y más de las cosas pasajeras, pues nuestro enfoque interior habrá cambiado.

Empezamos a vivir en Dios y Él en nosotros. Entonces podremos responder a la pregunta inicial: Sí, Señor, reconozco cada vez mejor cuán infinitamente bueno eres.