“Cada piedra que se os ponga en el camino, podéis usarla como un peldaño hacia la Voluntad de Dios y seguir avanzando” (Palabra interior).
Nuestro Padre Celestial siempre está pendiente de que avancemos en nuestro camino hacia Él y cumplamos de la mejor manera posible la tarea que nos ha encomendado.
Esto cuenta tanto para nuestro camino interior –es decir, el crecimiento de su amor en nuestro corazón–, como también para el apostolado concreto de llevar su amor a los hombres.
En ambos caminos se presentan obstáculos, tanto interiores como exteriores, porque el enemigo del género humano recurre a todos los medios posibles para impedirnos avanzar. La intención de las tinieblas es desanimarnos, infundirnos miedo, distraernos, transmitirnos falsas imágenes de nuestro Padre, de ser posible seducirnos al pecado y mantenernos atrapados en él, entre muchas otras cosas.
Pero nuestro Padre, en su amorosa Omnipotencia, sabe valerse de todo ello y nos equipa con el espíritu de fortaleza. De esta manera, todo obstáculo –sea el que fuere– se nos convierte en un reto que no sólo hemos de afrontar, sino que además profundizará nuestra decisión de seguir al Señor pase lo que pase.
Pensemos, por ejemplo, en la creciente amenaza que experimenta la existencia cristiana por parte del pernicioso modernismo en el interior de la Iglesia; en el progresivo rechazo de los valores cristianos en la sociedad y el alejamiento de muchas personas de la fe cristiana en numerosos países de Occidente.
¡Son grandes piedras en el camino! ¿Cómo usarlas como peldaños?
Contrarrestemos los peligros del modernismo arraigándonos más profundamente aún en la Sagrada Escritura y estudiando mejor la auténtica doctrina de la Iglesia. Contrarrestemos el alejamiento de la fe con la belleza de una vida en santidad. De esta manera, avanzaremos hacia la Voluntad de Dios y daremos fruto. ¡Dios nos convierte los obstáculos en peldaños!