Jn 14,6-14
En aquel tiempo, dijo Jesús a Tomás: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto.”
Jn 14,6-14
En aquel tiempo, dijo Jesús a Tomás: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto.”
Jn 10,22-30
Se celebraba por entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno. Jesús se paseaba por el Templo, en el pórtico de Salomón. Los judíos lo rodearon y le preguntaron: “¿Hasta cuándo vas a tenernos en vilo? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente.”
Jn 10,1-10
En aquel tiempo, dijo Jesús: “En verdad, en verdad os digo que el que no entre por la puerta en el redil de las ovejas, sino que escala por otro lado, ése es un ladrón y un salteador; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el portero, y las ovejas atienden a su voz; luego las llama una por una y las saca fuera. Cuando ha sacado a todas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. En cambio, no seguirían a un extraño; huirían de él, pues las ovejas no reconocen la voz de los extraños”. Jesús les dijo esta parábola, pero ellos no comprendieron lo que les hablaba.
1Pe 2,20b-25
Si soportáis el castigo a pesar de haber obrado bien, esto es una gracia ante Dios. Pues para esto habéis sido llamados, ya que también Cristo sufrió por vosotros, dejándoos un modelo para que sigáis sus huellas.
Hch 9,31-42
Por aquel entonces, las iglesias gozaban de paz en toda Judea, Galilea y Samaría, pues crecían y progresaban en el temor del Señor, y estaban llenas de la consolación del Espíritu Santo. Pedro, que andaba recorriendo todos los lugares, bajó también a visitar a los santos que habitaban en Lida.
Jn 6,52-59
En aquel tiempo, discutían entre sí los judíos y decían: “¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?”
Jesús les dijo: “En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida.
Hch 8,26-40
En aquellos días, un ángel del Señor habló así a Felipe: “Ponte en marcha hacia el sur, por el camino que baja de Jerusalén a Gaza atravesando la estepa.” Felipe se avió y partió. Por el camino vio a un etíope eunuco, alto funcionario de Candace, reina de los etíopes, que estaba a cargo de todos sus tesoros y que había venido a adorar en Jerusalén.
Hch 8,1b-8
Aquel día se desató una gran persecución contra la iglesia de Jerusalén. Todos se dispersaron por las regiones de Judea y Samaría, a excepción de los apóstoles. Unos hombres piadosos sepultaron a Esteban e hicieron gran duelo por él.
1Pe 5,5-14
Revestíos todos de humildad en vuestras mutuas relaciones, pues Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes. Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que, llegada la ocasión, os ensalce; confiadle todas vuestras preocupaciones, pues él cuida de vosotros. Sed sobrios y velad.
Jn 6,22-29
Después de que Jesús alimentó a unos cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el agua. Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del mar vio que allí no había más que una barca y que Jesús no se había embarcado con sus discípulos, sino que éstos se habían marchado solos. Pero llegaron barcas de Tiberíades, cerca del lugar donde habían comido pan.