Sólo en Cristo reside la plenitud de la divinidad

Col 2,6-15

Hermanos: Ya que habéis aceptado a Cristo Jesús, el Señor, proceded según él. Arraigados en él, dejaos construir y afianzar en la fe que os enseñaron, y rebosad agradecimiento. Mirad que nadie os esclavice mediante la vana falacia de una filosofía fundada en tradiciones humanas, según los elementos del mundo y no según Cristo. Porque es en Cristo en quien reside corporalmente toda la plenitud de la divinidad, y por él, que es cabeza de todo principado y autoridad, habéis obtenido vuestra plenitud.

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Completar el padecimiento de Cristo

Col 1,24–2,3

Hermanos: Ahora me alegro de poder sufrir por vosotros, y completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, para bien de su Cuerpo, que es la Iglesia. En efecto, yo fui constituido ministro de la Iglesia, porque de acuerdo con el plan divino, he sido encargado de llevar a su plenitud entre vosotros la Palabra de Dios, el misterio que estuvo oculto desde toda la eternidad y que ahora Dios quiso manifestar a sus santos.

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Ama y haz lo que quieras

Rom 13,8-10

Con nadie tengáis otra deuda que la del mutuo amor. Pues el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. En efecto, lo de ‘No adulterarás, no matarás, no robarás, no codiciarás’, y todos los demás preceptos, se resumen en esta fórmula: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo.’ La caridad no hace mal al prójimo. La caridad es, por tanto, la ley en su plenitud.

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Firmes en la fe

Col 1,21-23

Hermanos: en otro tiempo vosotros erais extraños y enemigos de Dios por vuestros pensamientos y malas obras, ahora sin embargo os reconcilió mediante la muerte sufrida en su cuerpo de carne, para presentaros santos, sin mancha e irreprochables delante de él, con tal de que permanezcáis cimentados en la fe, firmes e inconmovibles en la esperanza del Evangelio que escuchasteis, que fue predicado a toda criatura que hay bajo el cielo, y del cual yo, Pablo, he sido constituido servidor. leer más

Elegida por Dios

Mt 1,18-23

El origen de Jesucristo fue de la siguiente manera. Su madre, María, estaba desposada con José; pero, antes de empezar a estar juntos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, que era justo, pero no quería infamarla, resolvió repudiarla en privado. Así lo tenía planeado, cuando el ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer, porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.”

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Por tu Palabra…

Lc 5,1-11

En aquel tiempo, estando Jesús a la orilla del lago de Genesaret, la gente se agolpaba a su alrededor para oír la Palabra de Dios. En esto vio dos barcas que estaban a la orilla del lago. Los pescadores habían bajado de ellas y estaban lavando las redes. Subió entonces a una de las barcas, que era de Simón, y le rogó que se alejara un poco de tierra. Se sentó y empezó a enseñar desde la barca a la muchedumbre. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: “Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.”

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Signos del Reino de Dios

Lc 4,38-44

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en la casa de Simón. La suegra de Simón estaba con mucha fiebre, y le rogaron por ella. Entonces se inclinó sobre ella y conminó a la fiebre; y la fiebre la dejó. Ella se levantó al punto y se puso a servirles. A la puesta del sol, todos cuantos tenían enfermos de diversas dolencias se los llevaban; y él, poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los curaba. Salían también demonios de muchos, gritando y diciendo: “Tú eres el Hijo de Dios.”

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Sobriedad y vigilancia

1Tes 5,1-6.9-11

Hermanos: En lo que se refiere al tiempo y al momento, no tenéis necesidad de que os escriba. Vosotros mismos sabéis perfectamente que el Día del Señor ha de venir como un ladrón en la noche. Cuando la gente diga “todo es paz y seguridad”, entonces mismo, de repente, vendrá sobre ellos la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta. Y no escaparán.

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El Retorno del Señor

1Tes 4,13-18

Hermanos, no queremos que estéis en la ignorancia respecto de los muertos, para que no os entristezcáis como los que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, de la misma manera Dios se llevará consigo a quienes murieron en Jesús. Os decimos esto como palabra del Señor: Nosotros, los que vivimos, los que quedemos hasta la Venida del Señor, no nos adelantaremos a los que murieron. El mismo Señor bajará del cielo con clamor, acompañado de una voz de arcángel y del sonido de la trompeta de Dios.

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Los pensamientos de los hombres no son los de Dios

Mt 16,21-27

En aquel tiempo, comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén y padecer mucho por causa de los ancianos, de los príncipes de los sacerdotes y de los escribas, y ser llevado a la muerte y resucitar al tercer día. Pedro, tomándolo aparte, se puso a reprenderle diciendo: “¡Dios te libre, Señor! De ningún modo te ocurrirá eso”.

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