Oh Emmanuel, rey y legislador nuestro,
esperanza de las naciones y salvador de los pueblos:
ven a salvarnos, Señor Dios nuestro.
Sexta antífona O: “O Rex gentium”
Oh Rey de las naciones y Deseado de los pueblos,
Piedra angular de la Iglesia, que haces de dos pueblos uno solo:
ven y salva al hombre,
que formaste del barro de la tierra.
Quinta antífona O: “O Oriens”
Oh Amanecer,
Resplandor de la luz eterna, Sol de justicia:
ven ahora a iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte.
Cuarta antífona O: “O Clavis David”
Oh Llave de David y Cetro de la casa de Israel;
que abres y nadie puede cerrar;
cierras y nadie puede abrir:
ven y libra a los cautivos
que viven en tinieblas y en sombra de muerte.
Tercera antífona O: “O Radix Iesse”
Oh Raíz de Jesé, que te alzas como un signo para los pueblos;
ante quien los reyes enmudecen,
y cuyo auxilio imploran las naciones:
ven a librarnos, no tardes más.
Segunda antífona O: “O Adonai”
Oh Adonai, Pastor de la casa de Israel,
que te apareciste a Moisés en la zarza ardiente
y en el Sinaí le diste tu ley:
ven a librarnos con el poder de tu brazo. leer más
Primera antífona O: “O Sapientia”
Oh, Sabiduría, que brotaste de los labios del Altísimo,
abarcando del uno al otro confín,
y ordenándolo todo con firmeza y suavidad:
ven y muéstranos el camino de la salvación.
Un elogio a Elías y Eliseo
Eclo 48,1-15
Entonces surgió el profeta Elías como un fuego, su palabra quemaba como antorcha. Él atrajo sobre ellos el hambre y con su celo los diezmó. Por la palabra del Señor cerró los cielos, e hizo también caer fuego tres veces. ¡Qué glorioso fuiste, Elías, con tus portentos!, ¿quién puede vanagloriarse de ser como tú? Tú que despertaste a un cadáver de la muerte y del abismo, por la palabra del Altísimo; que hiciste caer a reyes en la ruina, y a hombres insignes fuera de su lecho; oíste en el Sinaí la reprensión, y en el Horeb los decretos de castigo; ungiste reyes para tomar venganza, y profetas para ser tus sucesores; en torbellino de fuego fuiste arrebatado, en carro de caballos ígneos; fuiste designado en los reproches futuros, para calmar la ira antes que estallara, para hacer volver el corazón de los padres a los hijos, y restablecer las tribus de Jacob.
Un corazón ardiente
Is 48,17-19
Esto dice el Señor, tu Redentor, el Santo de Israel: “Yo soy el Señor, tu Dios, te instruyo en lo que es provechoso, te marco el camino que has de seguir. ¡Si hubieras seguido mis mandatos, tu plenitud habría sido como un río, tu prosperidad como las olas del mar! ¡Tu descendencia sería como la arena, el fruto de tu vientre como sus granos! ¡Nunca será arrancado ni borrado de mi presencia su nombre!”
Los violentos conquistan el Reino de los Cielos
Mt 11,7b.11-15
En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar de Juan a la gente: “En verdad os digo que no ha surgido entre los nacidos de mujer nadie mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que él. Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos padece violencia, y los violentos lo conquistan. Porque todos los Profetas y la Ley profetizaron hasta Juan. Y si queréis comprenderlo, él es Elías, el que va a venir. El que tenga oídos, que oiga.”
