Santa Eduvigis: acrisolada por el sufrimiento y amante de los pobres

Con alegría, me aventuré a realizar esta serie sobre la vida de los santos para meditarla y sacar provecho de su ejemplo. Pero no sabía lo que me esperaba ni las personas maravillosas que encontraría. En ellas, la vida de Cristo se vuelve tan palpable que ni siquiera merece la pena prestar atención a nuestros propios esfuerzos, que son tan insignificantes en comparación con los que ellos asumieron para seguir al Señor. Así, su brillante ejemplo nos da una lección de humildad.

¡Qué santos y santas tan heroicos han hecho y siguen haciendo brillar la luz de Dios en el mundo! ¡Con qué paciencia y perseverancia siguieron al Señor sin dejarse intimidar por las dificultades que encontraron en su camino! En ellos, el Cordero de Dios ha dejado testigos inolvidables impresos en el firmamento de la Iglesia.

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Santa Teresa de Ávila: lumbrera para los buscadores de Dios

Quienes se interesen por el camino interior en el seguimiento de Cristo, pronto se toparán con Santa Teresa de Ávila, proclamada doctora de la Iglesia por el Papa Pablo VI en 1970.

Teresa nació el 28 de marzo de 1515 como la tercera hija del segundo matrimonio de don Alonso Sánchez de Cepeda. Era considerada una niña muy piadosa y sus padres fomentaban esta piedad mediante la lectura de libros apropiados, especialmente sobre la veneración de María y las historias de los santos.

A los dieciséis años, su padre la envió al convento de las agustinas de Ávila para que continuara su formación. Sin embargo, tuvo que abandonarlo a los dieciocho meses por motivos de salud.

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San Calixto: de esclavo a Papa

Hoy celebramos la memoria de un papa de los primeros siglos, cuya historia es muy conmovedora: el Papa Calixto I (*160 †222/223).

Muchos aspectos de su vida siguen siendo desconocidos y la principal fuente de información sobre este papa son sus implacables enemigos, por lo que es posible que algunos datos estén sesgados por la hostilidad hacia él.

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VIDAS DE SANTOS: “San Eduardo, rey de Inglaterra”

En cierto modo, los santos son el Evangelio puesto en práctica y, por tanto, dan testimonio de la autenticidad de nuestra fe. Son un gran tesoro para nuestra Iglesia. Podríamos decir que son como estrellas en el firmamento.

A partir de hoy, quiero iniciar una pequeña serie hablando de los santos del día u otros que me gustaría presentaros. Espero que, gracias a su testimonio de vida, cada una de estas meditaciones nos fortalezca en el seguimiento de Cristo. Tras una breve biografía, compartiré algunas reflexiones sobre su legado.

Quienes prefieran seguir las meditaciones sobre la lectura o el evangelio del día, encontrarán los respectivos enlaces al final de cada texto.

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La gratitud

Lc 17,11-19

De camino a Jerusalén, Jesús pasó por los confines entre Samaría y Galilea. Al entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia y, levantando la voz, dijeron: “¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!” Al verlos, les dijo: “Id y presentaos a los sacerdotes.” Y resulta que, mientras iban, quedaron limpios. Uno de ellos, viéndose curado, se volvió alabando a Dios en alta voz, y, postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le dio las gracias. Era un samaritano. Dijo entonces Jesús: “¿No quedaron limpios los diez? ¿Dónde están los otros nueve? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios, sino este extranjero?” Y añadió: “Levántate y vete; tu fe te ha salvado.”

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Escuchar y poner en práctica

Lc 11,27-28

En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la multitud, una mujer de en medio de la multitud, alzando la voz, le dijo: “Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron.” Pero él replicó: “Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios y la guardan.”

Siguiendo el calendario tradicional, celebramos hoy, 11 de octubre, la Fiesta de la Maternidad de María. A lo largo de los siglos, la Iglesia ha tenido en alto esta vocación especial de la Madre de Dios y, con justa razón, le ha dedicado una Fiesta especial a su Maternidad divina.

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Tiene que llegar uno más fuerte

Lc 11,14-26

En aquel tiempo, estaba Jesús expulsando un demonio que era mudo, y apenas salió el demonio, rompió a hablar el mudo. La gente quedó admirada, aunque algunos de ellos comentaban: “Éste expulsa los demonios por Beelzebul, Príncipe de los demonios.” Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo. Pero él, adivinando sus intenciones, les dijo: “Todo reino dividido contra sí mismo quedará asolado, y una casa se desplomará sobre la otra. Entonces, si también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo podrá subsistir su reino?… porque decís que yo expulso los demonios por Beelzebul. Si yo expulso los demonios por Beelzebul, ¿por quién los expulsan vuestros hijos? Por eso, ellos serán vuestros jueces.

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Más allá de la justicia

Mal 3,13-20a

“Vuestros discursos son arrogantes contra mí –oráculo del Señor–. Vosotros objetáis: ‘¿Cómo es que hablamos arrogantemente?’ Porque decís: ‘No vale la pena servir al Señor; ¿qué sacamos con guardar sus mandamientos?; ¿para qué andamos enlutados en presencia del Señor de los ejércitos? Al contrario: nos parecen dichosos los malvados; a los impíos les va bien; tientan a Dios, y quedan impunes.’ Entonces los hombres religiosos hablaron entre sí: ‘El Señor atendió y los escuchó.’ Ante él se escribía un libro de memorias a favor de los hombres religiosos que honran su nombre. Me pertenecen –dice el Señor de los ejércitos– como bien propio, el día que yo preparo.

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Sobre el Padrenuestro

Lc 11,1-4

En aquel tiempo, estaba Jesús orando en cierto lugar. Cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: “Señor, enséñanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos.” Él les dijo: “Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en tentación.”

La oración de Nuestro Señor, que hoy se reza en todas partes del mundo donde haya presencia de cristianos, nos da un acceso único a Dios, y nos une como hijos de un mismo Padre.

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Nuestra Señora del Rosario

Habiendo concluido la serie sobre las Cartas de San Juan, retomamos hoy el marco habitual de las meditaciones diarias, generalmente al son del calendario litúrgico. Hoy celebramos la Fiesta de Nuestra Señora del Rosario. El origen de esta Fiesta es el siguiente:

En el siglo XIV, los otomanos habían conquistado gran parte de los Balcanes. En 1453 cayó Constantinopla; a principios del siglo XVI, el Cercano Oriente fue subyugado; en 1529, los turcos sitiaron Viena, y en 1571 cayó Chipre. Ahora, también Creta estaba amenazada y toda Europa corría el riesgo de ser islamizada. El papa Pío V logró unir a españoles y venecianos en una alianza defensiva.

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