El combate en lo que escuchamos

Ef 6,10-13.18 (Lectura correspondiente a la memoria de San Antonio Abad)

Hermanos, fortaleceos por medio del Señor, de su fuerza poderosa. Revestíos de las armas de Dios para poder resistir a las acechanzas del diablo. Porque nuestra lucha no va dirigida contra simples seres humanos, sino contra los principados, las potestades, los dominadores de este mundo tenebroso y los espíritus del mal que están en el aire. Por eso, tomad las armas de Dios, para que podáis resistir en el día funesto; y manteneros firmes después de haber vencido todo. Manteneos siempre en la oración y en la súplica, orando en toda ocasión por medio del Espíritu, velando juntos con perseverancia e intercediendo por todos los santos.

leer más

Dios ve el corazón

1Sam 16,1-13

En aquellos días, dijo Yahvé a Samuel: “¿Hasta cuándo vas a estar llorando por Saúl, después que yo lo he rechazado como rey de Israel? Llena tu cuerno de aceite y prepárate. Voy a enviarte a Jesé, de Belén, porque he visto entre sus hijos un rey para mí.” Samuel replicó: “¿Cómo voy a ir? Se enterará Saúl y me matará.” Respondió Yahvé: “Lleva contigo una becerra y di que has ido a sacrificar a Yahvé. Invitarás a Jesé al sacrificio y yo te diré lo que tienes que hacer. Y me ungirás a aquel que yo te diga.”

leer más

La vida de los ermitaños

En el calendario tradicional, se celebra hoy la memoria de San Pablo, el ermitaño. Escucharemos, pues, la lectura propia para esta ocasión. Si alguien prefiere una meditación que corresponda al calendario actual, puede encontrarla en este enlace: http://es.elijamission.net/el-ayuno/

Fil 3,7-12

Lo que antes consideré ganancia, lo tengo ahora por pérdida a causa de Cristo. Es más, considero que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor.

leer más

El cuerpo: templo del Espíritu Santo

1Cor 6,13c-20 (Lectura en el Novus Ordo)

Hermanos: el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo. Y Dios, que resucitó al Señor, nos resucitará también a nosotros mediante su poder. ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Voy, entonces, a tomar los miembros de Cristo para hacerlos miembros de una prostituta? ¡De ningún modo! ¿O no sabéis que quien se une a la prostituta se hace un solo cuerpo con ella? Pues está dicho: “Los dos se harán una sola carne”. Mas el que se une al Señor, se hace un solo espíritu con él.

leer más

Poder y autoridad

1Sam 9,1-4.17-19; 10,1a (Lectura en el Novus Ordo)

Había un hombre de Benjamín, llamado Quis, hijo de Abiel, hijo de Seror, hijo de Bekorat, hijo de Afiaj. Era un benjaminita y hombre bien situado. Tenía un hijo llamado Saúl, joven aventajado y apuesto. Nadie entre los israelitas le superaba en gallardía; de los hombros arriba aventajaba a todos.

leer más

Sólo Dios es nuestro Rey

1Sam 8,4-7.10-22a (Lectura en el Novus Ordo)

Se reunieron todos los ancianos de Israel y se fueron donde Samuel a Ramá, y le dijeron: “Mira, tú te has hecho viejo y tus hijos no siguen tu camino. Por tanto, asígnanos un rey para que nos juzgue, como todas las naciones.” Samuel, disgustado porque le habían pedido un rey para que los juzgase, oró a Yahvé. Pero Yahvé dijo a Samuel: “Haz caso a todo lo que el pueblo te dice. Piensa que no te han rechazado a ti, sino a mí, pues no quieren que reine sobre ellos.” Samuel repitió todas estas palabras de Yahvé al pueblo que le pedía un rey. Les dijo: “Éste es el fuero del rey que va a regir sobre vosotros.

leer más

Creer, escuchar y hacer la Voluntad de Dios

Mc 1,40-45 (Lectura en el Novus Ordo)

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso que, rogándole de rodillas, le decía: “Si quieres, puedes limpiarme”. Y, compadecido, extendió la mano, le tocó y le dijo: “Quiero, queda limpio”. Y al instante desapareció de él la lepra y quedó limpio. Enseguida le conminó y le despidió. Le dijo: “Mira, no digas nada a nadie; pero anda, preséntate al sacerdote y lleva la ofrenda que ordenó Moisés por tu curación, para que les sirva de testimonio”. Sin embargo, en cuanto se fue, comenzó a proclamar y a divulgar la noticia, hasta el punto de que ya no podía entrar abiertamente en ninguna ciudad, sino que se quedaba fuera, en lugares solitarios. Pero acudían a él de todas partes.

leer más

La oración y la ‘celda interior´

Mc 1,29-39

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, se fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y le hablaron de ella. Se acercó y, tomándola de la mano, la levantó. La fiebre desapareció, y ella se puso a servirles. Al atardecer, a la puesta del sol, le trajeron a todos los que se encontraban mal y a los endemoniados. La población entera estaba agolpada a la puerta. Jesús curó a muchos que se encontraban mal de diversas enfermedades y expulsó muchos demonios. Pero no dejaba hablar a los demonios, pues le conocían.

leer más

La oración suplicante y el voto

1Sam 1,9-20

En aquellos días, después de haber comido y bebido en Siló, Ana se levantó. El sacerdote Elí estaba sentado en su silla, contra la jamba de la puerta del santuario de Yahvé. Estaba ella llena de amargura y oró a Yahvé llorando sin consuelo e hizo este voto: “¡Oh Yahvé Sebaot! Si te dignas mirar la aflicción de tu sierva y te acuerdas de mí, si no te olvidas de tu sierva y le das un hijo varón, yo lo entregaré a Yahvé por todos los días de su vida y la navaja no tocará su cabeza.” Mientras ella prolongaba su oración ante Yahvé, Elí observaba sus labios. Ana oraba para sus adentros; sus labios se movían, pero no se oía su voz.

leer más

El ‘Kairós’ en la vida cristiana

Mc 1,14-20 (Lectura del Novus Ordo)

Después de haber sido apresado Juan, Jesús vino a Galilea predicando el Evangelio de Dios, y diciendo: “El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está al llegar; convertíos y creed en el Evangelio”. Y, mientras pasaba junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, el hermano de Simón, que echaban las redes en el mar, pues eran pescadores. Y les dijo Jesús: “Seguidme y haré que seáis pescadores de hombres”. Y, al momento, dejaron las redes y le siguieron. Y pasando un poco más adelante, vio a Santiago el de Zebedeo y a Juan, su hermano, que estaban en la barca remendando las redes; y enseguida los llamó. Y dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se fueron tras él.

leer más