Vigilancia en el combate

Mc 9,38-50

En aquel tiempo, Juan dijo a Jesús: “Maestro, hemos visto a uno que expulsaba los demonios en tu nombre, pero, como no viene con nosotros, hemos tratado de impedírselo.” Pero Jesús dijo: “No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros. Todo aquel que os dé de beber un vaso de agua por el hecho de que sois de Cristo, os aseguro que no perderá su recompensa. Al que escandalice a uno de estos pequeños que creen, le iría mejor si le pusieran al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y que lo echasen al mar. Si tu mano te es ocasión de tropiezo, córtatela; más te vale que entres manco en la Vida que ir con las dos manos a la Gehenna, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te es ocasión de tropiezo, córtatelo; más vale que entres cojo en la Vida que ser arrojado a la Gehenna con los dos pies.

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Escuchar a la sabiduría

Sir 4,11-19

La sabiduría educa a sus hijos, y cuida de los que la buscan. El que la ama, ama la vida, los que en su busca madrugan serán colmados de contento. El que la posee tendrá gloria en herencia, dondequiera que él entre, le bendecirá el Señor. Los que le sirven, rinden culto al Santo, a los que la aman, los ama el Señor. El que la escucha, juzgará a las naciones; el que la cultiva, plantará su tienda en seguro.

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Dios levanta a los muertos

 

Ez 37,1-14 (Lectura para el Lunes después de Pentecostés)

El Señor puso su mano sobre mí y, por su espíritu, me sacó y me colocó en medio de la vega, que estaba llena de huesos. Me hizo pasar por entre ellos en todas direcciones. Los huesos eran numerosos y cubrían la superficie de la vega, y estaban completamente secos. Me dijo: “Hijo de hombre, ¿podrán vivir estos huesos?” Yo respondí: “Señor, Yahvé, tú lo sabrás.” Entonces me dijo: “Profetiza sobre estos huesos. Les dirás: Huesos secos, escuchad la palabra de Yahvé. Esto dice el Señor Yahvé a estos huesos: Voy a infundir en vosotros un espíritu que os hará vivir.

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Solemnidad de Pentecostés: “El Espíritu todo lo ordena”

1 Cor 12,3b-7.12-13

Hermanos: Nadie puede decir: «Jesús es el Señor», si no está impulsado por el Espíritu Santo. Ciertamente, hay diversidad de dones, pero todos proceden del mismo Espíritu. Hay diversidad de ministerios, pero un solo Señor. Hay diversidad de actividades, pero es el mismo Dios el que realiza todo en todos. En cada uno, el Espíritu se manifiesta para el bien común. Así como el cuerpo tiene muchos miembros, y sin embargo, es uno, y estos miembros, a pesar de ser muchos, no forman sino un solo cuerpo, así también sucede con Cristo. Porque todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo –judíos y griegos, esclavos y hombres libres– y todos hemos bebido de un mismo Espíritu.

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Novena de Pentecostés – Día 9: “El Esposo de las almas”

Si en las últimas meditaciones hemos llegado a conocer y amar al Espíritu Santo como Amigo y Custodio de nuestras almas, queremos hoy contemplarlo como el Esposo de nuestra alma.

Todas las expresiones del amor en el ámbito humano tienen su punto de partida en Dios mismo. Así, podemos hacer esa bella comparación, considerando al Espíritu Santo como el Esposo que corteja nuestra alma.

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Novena de Pentecostés – Día 8: “El custodio de nuestras almas”

Una vez que le hayamos abierto las puertas al Espíritu Santo para que desplieguen en nosotros sus dones, llegaremos a conocerlo como el “Custodio de nuestras almas”. También podríamos llamarlo el “Guardián del tesoro”, porque, en efecto, nuestra alma es el gran tesoro que nuestro Padre nos ha confiado, que el Cordero de Dios ha comprado con su sangre para liberarlo del cautiverio (1Pe 1,18-19) y que el Espíritu Santo quiere iluminar y hacer florecer con gran poder.

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Novena de Pentecostés – Día 7: “Amistad con el Espíritu Santo”

Para las tres Personas de la Santísima Trinidad, es una alegría estar con nosotros, más aun, morar en nosotros e iluminarnos con su luz divina. Esto cuenta también para el Espíritu Santo, que nos concede sus siete dones para guiarnos por el camino de la santidad.

Si seguimos su guía, los frutos del Espíritu Santo crecerán en nuestra vida y nuestro Padre se complacerá sobremanera en ellos. Sólo tenemos que imaginarnos cuán maravilloso es para nosotros mismos encontrarnos con alguien en quien han madurado los frutos del Espíritu Santo. “Los frutos del Espíritu son: la caridad, el gozo, la paz, la longanimidad, la benignidad, la bondad, la fe, la mansedumbre, la continencia” (Gal 5,22-23).

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Novena de Pentecostés – Día 6: “El Espíritu Santo y María”

 

Si la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles en Pentecostés marca la hora del nacimiento de la Iglesia, entonces su descenso sobre María en Nazaret marca el inicio de la obra de la salvación (cf. Lc 1,35).

La Iglesia nos enseña que María fue preservada del pecado original en vista del Salvador que nacería de ella. Este es el dogma de la Inmaculada Concepción: que, por una gracia especial de Dios, la Virgen María mantuvo el estado de inocencia del Paraíso.

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Novena de Pentecostés – Día 5: “El pueblo de Dios”

“Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos;
por tu bondad y gracia, dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.”

Los siervos de Dios, el pueblo de Dios… ¿Quién forma parte de él? Desde el punto de vista de la vocación, todos los hombres pertenecen al pueblo de Dios, pues Él quiere que todos se salven (1Tim 2,4). Por eso envió a su propio Hijo al mundo, para que conduzca a los hombres de regreso a casa, convirtiéndolos en hijos suyos.

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