San Rafael, Arcángel

De acuerdo con el calendario tradicional, hoy se celebra la fiesta del Arcángel San Rafael. Sin duda, es mucho más difícil describir a un ángel que la vida de un santo. Estas últimas suelen estar bien documentadas y son más accesibles para nosotros, los seres humanos. No obstante, deberíamos familiarizarnos más con nuestros fieles amigos en el cielo, sin por ello dejar que nuestra imaginación nos lleve demasiado lejos.

No es raro oír hablar de los ángeles en el ámbito esotérico. Sin embargo, si no se aplica un discernimiento claro de los espíritus, es fácil que nuestra propia imaginación nos sugiera ideas ilusorias sobre los ángeles que no se ajustan a la realidad o incluso que el diablo nos engañe. No podemos pasar por alto el hecho de que los demonios siguen teniendo una naturaleza angélica y, por tanto, están provistos de una inteligencia superior a la nuestra, de manera que les resulta fácil inducir a error a las personas que no están firmemente arraigadas en la auténtica fe. Por eso, antes de hablar del Arcángel San Rafael, conviene recordar lo que la Iglesia nos enseña sobre estos seres maravillosos. Así tendremos criterios para identificar mejor a los ángeles fieles.

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San Antonio María Claret: una antorcha encendida de amor

¿Qué sería de España sin san Antonio María Claret?

En 1861, un destacado anarquista escribió: «Si no hubiera sido por el padre Claret, Cataluña habría comprendido el mensaje de la revolución. Con sus miles de sermones de extraordinaria popularidad, este hombre de actividad imparable logró recristianizar toda Cataluña. Tras transformar por completo el rostro de Cataluña, llevó a cabo la misma labor en las Islas Canarias y, más adelante, en Cuba, donde el catolicismo estaba agonizando. Pero eso no fue lo peor. Su estancia en Madrid fue una verdadera catástrofe para el movimiento revolucionario español».

¿Quién fue este hombre que ejerció tanta influencia y tuvo un impacto tan profundo en el ámbito político, aun sin ser él mismo político?

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El dominio sobre el pecado

NOTA: Puesto que para el día de hoy el calendario litúrgico no prescribe ninguna memoria obligatoria de un santo, meditaremos la lectura del día.

Rom 6,12-18

No permitáis que el pecado reine en vuestro cuerpo mortal; de ese modo no acataréis sus deseos. Y no convirtáis vuestros miembros en instrumentos de injusticia al servicio del pecado. Ofreceos más bien a Dios como si fueseis muertos que han vuelto a la vida; y vuestros miembros, como instrumentos de justicia al servicio de Dios. Pues el pecado no volverá a dominaros, ya que no estáis a merced de la ley, sino bajo la gracia de Dios. Entonces, ¿qué? Si ya no estamos a merced de la ley, sino bajo la gracia, ¿podremos pecar? ¡De ningún modo! ¿No sabéis que, si os ofrecéis a alguien para obedecerle, os hacéis esclavos de ése a quien obedecéis? Así, la esclavitud al pecado conduce a la muerte, y la obediencia a Dios, a la justicia. Pero, gracias a Dios, vosotros, que erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón al modelo de doctrina que habéis recibido, y, liberados del pecado, os habéis hecho esclavos de la justicia.

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San Hilarión de Gaza: un gran asceta con un corazón abierto a los necesitados

¿Por qué alguien se hace ermitaño? ¿Por qué deja todo atrás por causa de Cristo e incluso renuncia a vivir en comunidad con otros hermanos para estar a solas con Dios?

Solo puede explicarse con los ojos de la fe. Desde la perspectiva del mundo, tan alejado de Dios, podría parecer incluso una elección egoísta. Sin embargo, a lo largo de los siglos, la Iglesia y los fieles han tenido en alta estima la vida eremítica.

Aunque un ermitaño pueda sentir un fuerte anhelo de soledad e intimidad con Dios; aunque quiera retirarse al lugar más solitario posible para encontrarlo, puede suceder que los planes del Señor sean distintos a lo que él mismo desea. ¡Dios es el dueño de cada vocación y seguir sus caminos es más valioso que hacer realidad los propios deseos, por piadosos que éstos sean!

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San Juan de Brébeuf: el intrépido misionero

Según el nuevo calendario litúrgico, el día 19 de octubre se celebra la memoria de san Juan de Brébeuf. Como la meditación de ayer estaba prevista para otro santo, hoy me gustaría hablar sobre la vida heroica de este incansable misionero.

¿Qué motivación puede impulsar a una persona a asumir terribles penurias y sufrimientos en aras de la salvación de las almas, para que éstas reciban el mensaje de Cristo? Es ese inescrutable amor que movió a Dios mismo a venir a este mundo, exponiéndose al sufrimiento en la Persona de su Hijo, para arrebatar su presa a los poderes de las tinieblas y conducir a los hombres a su Reino eterno.

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San Pedro de Alcántara: reformador no sin dificultad

Pedro Garavito nació en Alcántara (España) en 1499 y, a los dieciséis años, ingresó en la orden franciscana. Llevó allí una vida de estricta penitencia en lo referente a la alimentación y el sueño, a un grado que hoy en día nos resulta difícil de imaginar. Por eso, en lo que respecta al ascetismo, tendemos más a admirar que a imitar a los santos. Esto es comprensible, pero también puede tener efectos negativos a largo plazo. De hecho, la ascética ha desaparecido casi por completo de la vida de la Iglesia, de modo que, a nivel general, el ayuno prácticamente ya no existe. Corremos el peligro de ya no poder imaginar que, por amor al Señor, también hay que refrenarse en las comodidades corporales.

Bastaría con preguntar a un deportista qué es lo que hace para estar en buena condición. Sin duda, nos respondería que entrena mucho y practica la disciplina debida. Si se nos ocurre pensar que esto solo se aplica al deporte y no a la vida espiritual, recordemos las siguientes palabras de san Pablo:

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Fiesta de San Lucas, evangelista: “Os envío como ovejas en medio de lobos”    

NOTA: Al ser hoy la Fiesta del evangelista San Lucas, interrumpiremos nuestra serie sobre las vidas de los santos y meditaremos el pasaje previsto para esta ocasión, tomado del Evangelio de san Lucas.

Lc 10,1-9

En aquel tiempo, el Señor designó a otros setenta y dos y los envió por delante, de dos en dos, a todas las poblaciones y sitios adonde él había de ir. Pero antes les dijo: “La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Id, pero sabed que os envío como ovejas en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino. Si entráis en una casa, decid primero: ‘Paz a esta casa’. Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros. Permaneced en la misma casa, comed y bebed lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No vayáis de casa en casa. Si entráis en un pueblo y os acogen, comed lo que os pongan; curad los enfermos que haya en él, y decidles: ‘El Reino de Dios está cerca de vosotros’.” leer más

Santa Margarita María Alacoque y el Corazón del Redentor

Quienes reciben un encargo especial del Señor no siempre lo tienen fácil. Se les presentan resistencias de todo tipo, a menudo precisamente por parte de las personas más cercanas con las que conviven. Sin embargo, es precisamente en tales circunstancias, cuando los elegidos se aferran a su misión a pesar de todas las dificultades, cuando la obra de Dios fructifica, dejando patente su origen divino.

Así sucedió con santa Margarita María Alacoque, cuya fiesta celebramos hoy según el calendario tradicional.

Nació el 22 de julio de 1647 en Borgoña (Francia). Era la quinta de siete hijos de Claude Alacoque, un notario acomodado, y su esposa, Filiberta Lamyn. A los ocho años quedó huérfana de padre y fue enviada a un internado de clarisas. A los diez años contrajo poliomielitis y permaneció postrada en cama durante cuatro años. Tras hacer un voto de ingresar en una orden religiosa, se curó de forma repentina y milagrosa.

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Santa Eduvigis: acrisolada por el sufrimiento y amante de los pobres

Con alegría, me aventuré a realizar esta serie sobre la vida de los santos para meditarla y sacar provecho de su ejemplo. Pero no sabía lo que me esperaba ni las personas maravillosas que encontraría. En ellas, la vida de Cristo se vuelve tan palpable que ni siquiera merece la pena prestar atención a nuestros propios esfuerzos, que son tan insignificantes en comparación con los que ellos asumieron para seguir al Señor. Así, su brillante ejemplo nos da una lección de humildad.

¡Qué santos y santas tan heroicos han hecho y siguen haciendo brillar la luz de Dios en el mundo! ¡Con qué paciencia y perseverancia siguieron al Señor sin dejarse intimidar por las dificultades que encontraron en su camino! En ellos, el Cordero de Dios ha dejado testigos inolvidables impresos en el firmamento de la Iglesia.

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Santa Teresa de Ávila: lumbrera para los buscadores de Dios

Quienes se interesen por el camino interior en el seguimiento de Cristo, pronto se toparán con Santa Teresa de Ávila, proclamada doctora de la Iglesia por el Papa Pablo VI en 1970.

Teresa nació el 28 de marzo de 1515 como la tercera hija del segundo matrimonio de don Alonso Sánchez de Cepeda. Era considerada una niña muy piadosa y sus padres fomentaban esta piedad mediante la lectura de libros apropiados, especialmente sobre la veneración de María y las historias de los santos.

A los dieciséis años, su padre la envió al convento de las agustinas de Ávila para que continuara su formación. Sin embargo, tuvo que abandonarlo a los dieciocho meses por motivos de salud.

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