Ayer habíamos empezado a meditar sobre los primeros aspectos de una conversión existencial… Se trata de una conversión total, una firme decisión de entregarse por completo a Dios y responder a Su amor. No es, entonces, el empezar a sentir un tierno amor hacia Dios, ni es vislumbrar un poco de la bondad de Dios que llama a la conversión. Tampoco es una actitud indecisa, que aún se pregunta si acoger o no la fe como algo vinculante. No es tampoco una relación meramente tradicional con Jesús, sin haber tomado la decisión de seguirlo, de emprender concretamente su seguimiento.
La conversión existencial (Parte I)
¡El llamado a la conversión resuena a través de toda la Escritura! Es el amor de Dios, que se preocupa de que los hombres no llevan una vida en armonía con Él y, en consecuencia, no encuentran el sentido de su existencia. En este contexto, la Sagrada Escritura no omite la advertencia de que el hombre puede fallarle a su meta eterna, y condenarse para siempre.
Introducción a un período de enseñanza espiritual
NOTA: Queridos amigos que escuchan a diario mis meditaciones. Para las próximas semanas, hasta el miércoles de ceniza, he pensado hacer un período para tratar principalmente temas espirituales concretos. De hecho, también en las meditaciones bíblicas procuro incluir estos temas, siempre que el texto se preste para ello. Sin embargo, conviene presentar el camino de seguimiento de Cristo también de forma más sistemática, para tener una visión de conjunto. leer más
Optar por el amor
Hb 10,19-25
Tenemos, pues, hermanos, plena confianza para entrar en el santuario gracias a la sangre de Jesús, siguiendo este camino nuevo y vivo que él inauguró para nosotros a través de la cortina, es decir, de su cuerpo. Tenemos un sacerdote excelso al frente de la casa de Dios. Acerquémonos con un corazón sincero y una fe madura, purificados los corazones de mala conciencia y lavado el cuerpo con agua pura. Mantengamos firme la confesión de la esperanza, pues fiel es el autor de la Promesa. Estemos pendientes unos de otros para estimularnos a la caridad y a las buenas obras, sin abandonar nuestras asambleas, como algunos acostumbran a hacerlo; antes bien, animaos unos a otros, tanto más cuanto que veis que se acerca ya el Día.
La gracia del perdón
Hb 10,11-20
Todo sacerdote está en pie, día tras día, oficiando y ofreciendo reiteradamente los mismos sacrificios, que nunca pueden borrar pecados. Él, por el contrario, tras haber ofrecido por los pecados un solo sacrificio, se sentó a la diestra de Dios para siempre, esperando desde entonces que sus enemigos sean puestos como escabel de sus pies. Mediante una sola oblación ha llevado a la perfección definitiva a los santificados.
El Custodio de la Palabra
Sal 119,9-14
¿Cómo puede el joven llevar una vida íntegra? Viviendo conforme a tu palabra. Yo te busco con todo el corazón; no dejes que me desvíe de tus mandamientos. En mi corazón atesoro tus dichos para no pecar contra ti. ¡Bendito seas, Señor! ¡Enséñame tus decretos! Con mis labios he proclamado todos los juicios que has emitido. Me regocijo en el camino de tus estatutos más que en todas las riquezas.
Elogio a la sabiduría
Sab 7,7-10.15-16
Lectura correspondiente a la memoria de Santo Tomás de Aquino
Supliqué y se me concedió la prudencia; invoqué y vino a mí el espíritu de sabiduría. La preferí a cetros y tronos y en su comparación tuve en nada la riqueza. No la equiparé a la piedra más preciosa, porque todo el oro a su lado es un puñado de arena, y ante ella la plata es como el barro. La quise más que a la salud y a la belleza y preferí tenerla como luz, porque su claridad no anochece.
El año de gracia del Señor
Lc 1,1-4; 4,14-21
Puesto que muchos han intentado narrar ordenadamente las cosas que se han verificado entre nosotros, tal como nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la Palabra, he decidido yo también, después de haber investigado diligentemente todo desde los orígenes, escribírtelo por su orden, ilustre Teófilo, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.
Producir fruto
Mc 4,1-20
De nuevo comenzó Jesús a enseñar al lado del mar. Y se reunió en torno a él una muchedumbre tan grande, que tuvo que subir a sentarse en una barca, en el mar, mientras toda la muchedumbre permanecía en tierra, en la orilla. Les explicaba con parábolas muchas cosas, y les decía en su enseñanza: “Escuchad: salió el sembrador a sembrar. Y ocurrió que, al echar la semilla, parte cayó junto al camino, y vinieron los pájaros y se la comieron. Parte cayó en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra, y brotó pronto, por no ser hondo el suelo; pero cuando salió el sol se agostó, y se secó porque no tenía raíz. Otra parte cayó entre espinos; crecieron los espinos y la ahogaron, y no dio fruto. Y otra cayó en tierra buena, y comenzó a dar fruto: crecía y se desarrollaba; y producía el treinta por uno, el sesenta por uno y el ciento por uno.”
La conversión de San Pablo
Mc 16,15-18
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: “Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Éstos son los signos que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y, aunque beban del veneno, no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien.”