La vida según el Espíritu

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Rom 8,1-11

Ahora no pesa condena alguna sobre los que están unidos a Cristo Jesús, pues, por la unión con Cristo Jesús, la ley del Espíritu de vida me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Lo que no pudo hacer la Ley, reducida a la impotencia por la carne, lo ha hecho Dios: envió a su Hijo encarnado en una carne pecadora como la nuestra, haciéndolo víctima por el pecado, y en su carne condenó el pecado.

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El combate contra la carne

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Rom 7,18-25

Sé muy bien que no es bueno eso que habita en mí, es decir, en mi carne; porque el querer lo bueno lo tengo a mano, pero el hacerlo, no. El bien que quiero hacer no lo hago; el mal que no quiero hacer, eso es lo que hago. Entonces, si hago precisamente lo que no quiero, señal que no soy yo el que actúa, sino el pecado que habita en mí. Cuando quiero hacer lo bueno, me encuentro inevitablemente con lo malo en las manos.

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El dominio sobre el pecado

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Rom 6,12-18

Así que no permitáis que el pecado reine en vuestro cuerpo mortal; de ese modo no acataréis sus deseos. Y no convirtáis vuestros miembros en instrumentos de injusticia al servicio del pecado. Ofreceos más bien a Dios como si fueseis muertos que han vuelto a la vida; y vuestros miembros, como instrumentos de justicia al servicio de Dios. Pues el pecado no volverá a dominaros, ya que no estáis a merced de la ley, sino bajo la gracia de Dios. leer más

Esperar al Señor

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Lc 12,35-38

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:“Tened ceñida la cintura y las lámparas encendidas, y sed como ésos que esperan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle en cuanto llegue y llame. Dichosos los siervos a quienes el señor, al venir, encuentre velando. Os aseguro que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa e irá sirviéndolos uno tras otro. Que venga en la segunda vigilia o en la tercera, ¡dichosos ellos, si los encuentra así!” leer más

Combate contra la avaricia

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Lc 12,13-21

En aquel tiempo, uno de los presentes dijo a Jesús: “Maestro, di a mi hermano que reparta la herencia conmigo.” Él le respondió: “¡Hombre! ¿Quién me ha constituido juez o repartidor entre vosotros?” Y añadió: “Guardaos muy bien de toda codicia, porque las riquezas no garantizan la vida de un hombre, por muchas que tenga.”

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Relato sobre la misión en México y EE.UU.

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Queridos oyentes de nuestras meditaciones diarias,

Hoy quisiera salir del marco en que solemos realizar estas reflexiones, para contarles algo sobre la misión en México y en EE.UU. que acabamos de concluir. Sabemos que muchas personas oran por nosotros, y nos acompañan así activamente en nuestro camino. ¡Estamos muy agradecidos por eso! Es enormemente valioso saber que hay personas que apoyan nuestra misión. Por eso, queremos también mantenerles al tanto.

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El Espíritu Santo: la clave para resistir

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Lc 12,8-12

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Os digo que si alguien se declara a mi favor ante los hombres, también el Hijo del hombre se declarará a su favor ante los ángeles de Dios. Pero si alguien me niega delante de los hombres, también será negado delante de los ángeles de Dios. A todo el que diga una palabra contra el Hijo del hombre se le perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo no se le perdonará.

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No permitir una falsificación del evangelio

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Lc 10,1-9

Lectura correspondiente a la Fiesta de San Lucas, evangelista

En aquel tiempo, el Señor designó a otros setenta y dos y los envió por delante, de dos en dos, a todas las poblaciones y sitios adonde él había de ir. Pero antes les dijo: “La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Id, pero sabed que os envío como corderos en medio de lobos.

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Nuestro hogar es el cielo

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Fil 3,17—4,1

Lectura correspondiente a la memoria de San Ignacio de Antioquía

Hermanos, sed imitadores míos, y fijaos en los que viven según el modelo que veis en nosotros. Porque muchos viven, según os dije tantas veces -y ahora os lo repito con lágrimas-, como enemigos de la cruz de Cristo, cuyo final es la perdición. Para éstos, su Dios es el vientre; su gloria, lo vergonzoso; y su apetencia, lo terreno.

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