El Rey de los corazones

Lc 17,20-25

Los fariseos le preguntaron a Jesús cuándo llegaría el Reino de Dios. Él les respondió: “La venida del Reino de Dios no se producirá aparatosamente, ni se dirá: ‘Vedlo aquí o allá’, porque, sabedlo bien, el Reino de Dios ya está entre vosotros.” Dijo a sus discípulos: “Días vendrán en que desearéis ver uno solo de los días del Hijo del hombre, y no lo veréis. Habrá quien os diga: ‘Vedlo aquí, vedlo allá.’ Pero no vayáis, ni corráis detrás. Porque, como relámpago fulgurante que brilla de un extremo a otro del cielo, así será el Hijo del hombre en su Día. Pero antes tendrá que padecer mucho y ser reprobado por esta generación.”

leer más

San Josafat de Lituania: Un santo para la unidad

En el nuevo calendario litúrgico, se celebra hoy, 12 de noviembre, la memoria de San Josafat, mientras que en el calendario tradicional se lo conmemora el día 14.

El santo de hoy fue un religioso y obispo que sacrificó su vida por la unidad de las iglesias de Oriente y Occidente. En la actualidad, en el marco del diálogo ecuménico, a menudo se emprenden otros caminos y se defiende un concepto de unidad distinto al que aspiraba san Josafat. Echemos un vistazo a su vida.

Josafat Kuncewicz nació en 1580 en Volinia, que entonces pertenecía a la Gran Polonia y hoy se encuentra en el oeste de Ucrania. Provenía de una familia respetada; su padre, Gabriel, era concejal. Fue bautizado en la fe ortodoxa con el nombre de Juan. Se cuenta que ya de niño era muy piadoso e incluso tuvo una visión de Dios.

leer más

La escuela de la humildad

Lc 17,7-10

En aquel tiempo, dijo el Señor: “¿Quién de vosotros, si tiene un siervo arando o pastoreando, le dice cuando regresa del campo: ‘Pasa en seguida y ponte a la mesa’? ¿No le dirá más bien: ‘Prepárame algo para cenar y cíñete para servirme; y, después que yo haya comido y bebido, entonces comerás y beberás tú’? ¿Acaso tiene que dar las gracias al siervo porque hizo lo que le mandaron? De igual modo vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os han mandado, decid: ‘No somos más que unos pobres siervos; sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer’.”

leer más

San Andrés Avelino: Un sacerdocio a medias no basta

Un joven de buena apariencia no suele tenerlo fácil para escapar de las damas que se han fijado en él. Así le sucedió a Lanceloto Avelino, nacido en 1521 en Castronuovo (Italia), hijo mayor de Giovanni Avelino y Margherita Apelli. En más de una ocasión le sucedió como a José en casa del egipcio Potifar, pero el recuerdo de su querida madre, una mujer de extraordinaria virtud, le preservó de caer en la tentación. No obstante, el interés de las mujeres le persiguió en muchas etapas de su vida y siempre tuvo que velar celosamente por su castidad.

Lanceloto —ese era su nombre de pila— aspiraba al sacerdocio. Cuando era subdiácono, se encargó de la catequesis de los niños, guiándolos hacia una vida piadosa. Pero las insinuaciones del sexo femenino no cesaban, por lo que tuvo que huir a Nápoles. Incluso allí tuvo que cambiar de residencia en varias ocasiones para librarse de las aventuras amorosas de las damas de la alta sociedad. Dominaba su propia concupiscencia mediante un trabajo intenso y un ritmo de vida muy ordenado. Además de teología, Lanceloto estudiaba jurisprudencia. Así, obtuvo muy pronto y con honores el título de doctor en Derecho.

leer más

Hoy ha llegado la salvación a esta casa

Lc 19,1-10

En aquel tiempo, entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Había un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de publicanos y rico. Intentaba ver a Jesús para conocerle, pero no podía a causa de la muchedumbre, porque era pequeño de estatura. Se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro para verle, porque iba a pasar por allí. Cuando Jesús llegó al lugar, levantando la vista, le dijo: “Zaqueo, baja pronto, porque conviene que hoy me quede en tu casa.” Bajó rápido y lo recibió con alegría. Al ver esto, todos murmuraban diciendo que había entrado a hospedarse en casa de un pecador. Pero Zaqueo, de pie, le dijo al Señor: “Señor, doy la mitad de mis bienes a los pobres, y si he defraudado en algo a alguien le devuelvo cuatro veces más.” Jesús le dijo: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa, pues también éste es hijo de Abrahán; porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.”

leer más

San Godofredo de Amiens: Frutos visibles como abad; frutos amargos como obispo”

Para un obispo de la Santa Iglesia es un gran regalo poder ver el fruto de su labor, alabar a Dios por ello y partir hacia la eternidad con el corazón lleno de gratitud. Sin embargo, no todos tienen esa dicha y el aparente fracaso puede suponer una gran prueba.

El santo de hoy, Godofredo, procedía de una familia noble de la región de Soissons (Francia). Tras enviudar, su padre decidió pasar el resto de su vida en un monasterio. Godofredo tenía apenas cinco años cuando fue confiado al cuidado del abad de Mont-Saint-Quentin, quien también lo había bautizado.

Desde muy joven, Godofredo intentó ordenar su vida siguiendo el ejemplo de los religiosos. Era ferviente en la oración, diligente en el estudio y dispuesto a realizar cualquier trabajo que se le encomendara. Además, tenía un corazón generoso para con los pobres y solía renunciar a una parte de su ración para dársela a ellos.

leer más

Animar y corregir

Rom 15,14-21

Hermanos míos, estoy convencido de que también vosotros estáis llenos de buenas disposiciones, henchidos de todo conocimiento y capacitados también para amonestaros unos a otros. Sin embargo, en algunos pasajes de esta carta os he escrito con cierto atrevimiento, para reavivar vuestra memoria. Pero lo he hecho en virtud de la misión que Dios me ha confiado: ser para los gentiles ministro de Cristo Jesús, ejerciendo el sagrado oficio del Evangelio de Dios, para hacer de los gentiles una ofrenda agradable, santificada por el Espíritu Santo. Tengo motivos, pues, para sentirme orgulloso ante Dios en nombre de Cristo Jesús. Pues no me atreveré a hablar de cosa alguna que Cristo no haya realizado por medio de mí para conseguir que los gentiles reconozcan a Dios. Y lo ha realizado de palabra y de obra, con el concurso de señales y prodigios y de la fuerza del Espíritu de Dios. De tal forma que, desde Jerusalén y por todas partes hasta la Iliria, he dado cumplimiento al Evangelio de Cristo; teniendo cuidado, sin embargo, de predicar el Evangelio donde aún no era conocido el nombre de Cristo, para no construir sobre los cimientos puestos por otro, sino conforme está escrito: ‘Los que no han recibido anuncio de él lo verán; y los que no oyeron lo comprenderán’.

leer más

Beata Cristina de Stommeln: Una aliada en la lucha contra el demonio

Antes de adentrarnos en la vida de esta beata, incluimos una nota introductoria sobre las beguinas, la asociación a la que pertenecía, que experimentó su auge en los siglos XIII y XIV. Eran mujeres piadosas, solteras o viudas, que vivían juntas y cultivaban la vida espiritual. A diferencia de las órdenes religiosas, las beguinas conservaban sus posesiones y solo hacían promesas de obediencia temporales, que renovaban cada año. Por tanto, estas mujeres podían volver al mundo. Elegían una «maestra» que se encargaba de dirigir la casa durante uno o dos años. A pesar de las abundantes posesiones que algunas de ellas aportaban a la comunidad, trabajaban con sus propias manos para ganarse la vida y vivían en sencillez y pobreza. Partiendo de Flandes (Bélgica), las casas de las beguinas se extendieron por Europa Occidental, aunque también había «beguinas itinerantes». Algunas casas adoptaban la regla de la Tercera Orden de San Francisco o de Santo Domingo.

Los conflictos con el clero se intensificaron, ya que muchos no comprendían el estilo de vida de las beguinas. Las tensiones llegaron hasta Roma, donde los obispos alemanes lograron que se condenara a las beguinas. Posteriormente, incluso fueron perseguidas y prohibidas. En la actualidad, quedan unas pocas casas de beguinas en Flandes.

leer más

Ama y haz lo que quieras

Rom 13,8-10

Con nadie tengáis otra deuda que la del mutuo amor. Pues el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. En efecto, lo de ‘No adulterarás, no matarás, no robarás, no codiciarás’, y todos los demás preceptos, se resumen en esta fórmula: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo.’ La caridad no hace mal al prójimo. La caridad es, por tanto, la ley en su plenitud.

San Agustín nos dejó como legado esta maravillosa frase: “Ama y haz lo que quieras.” Efectivamente, cuando amamos, hemos comprendido lo esencial de nuestra vida. Cuando amamos, correspondemos a la razón más profunda de nuestra existencia, que es la de ser amados por Dios. El amor al prójimo es la aplicación concreta de este amor; es el efecto del ser amados por Dios. ¿Quién podría cerrar su corazón frente al hermano, sabiéndose infinitamente amado? Si realmente amamos –que, vale aclarar, no es lo mismo que desear–, entonces será el amor el que nos diga qué es lo que tenemos que hacer. En este sentido podemos entender la frase de San Agustín.

leer más

Beato Enrique de Zwiefalten: Un santo desconocido

Hoy, 4 de noviembre, se conmemora a San Carlos Borromeo, gran obispo y reformador de la Iglesia. Con justa razón, la liturgia alaba a Dios por el testimonio de este siervo suyo. Sin embargo, me parece importante dar a conocer a ciertos santos que han caído en el olvido, para regocijarnos en ellos y dar gracias al Señor por su vida. También cabe esperar que ellos se alegren cuando los recordamos.

Uno de estos santos un tanto olvidados es el beato Enrique de Zwiefalten, cuya tumba no se sabe dónde está y en cuyo honor no se ha erigido un altar o capilla, o si los hay, son muy desconocidos. Sin embargo, está grabado en la memoria de Dios y también las antiguas crónicas cuentan su historia, que es muy conmovedora.

El beato Enrique nació en el castillo de Zwiefalten alrededor del año 1200. Tenía grandes dotes naturales, sus padres eran ricos y creció mimado por todos. Sin embargo, esto no le hizo bien y comenzó a disfrutar de una «dulce vida» llena de fiestas, bailes y vino, para preocupación de sus padres, que veían cómo su hijo empezaba a despilfarrar sus abundantes talentos. ¡Pero esta vida indigna lo había cautivado! Descuidó sus estudios y se dedicó a los placeres, que se volvieron cada vez más extravagantes, convirtiendo el castillo en un lugar de encuentro y centro de todo tipo de actividades que, sin duda, desagradaban sobremanera al Señor.

leer más