La virtud de la justicia

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“La justicia es la constante y firme voluntad de dar a cada uno lo que le corresponde.” (Santo Tomás de Aquino)

En esta sencilla definición, tenemos la base para la práctica de esta virtud cardinal. La justicia se dirige, en primer lugar, a Dios mismo, porque no hay nada que sea más justo que rendirle a Él el culto que le corresponde, como Creador y Padre: adoración, honor, gloria, gratitud, fiel cumplimiento de sus mandamientos, humilde y entregado servicio, confianza…

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La virtud de la prudencia (Parte II)

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“Sed prudentes como serpientes y mansos como palomas” (Mt 10,16)

Habíamos hablado ayer sobre la virtud de la prudencia, como don dado por Dios, que nosotros, por nuestra parte, debemos cultivar, para tomar las decisiones correctas y aplicarlas sensatamente y con los medios apropiados.

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La virtud de la prudencia (Parte I)

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“Porque es Yahvé quien da la sabiduría y de su boca brotan el saber y la prudencia.” (Prov 2,6)

La virtud de la prudencia suele considerarse como el “timón” de las otras virtudes, porque ella nos ayuda, en las circunstancias concretas, a aplicar la virtud que corresponda, de forma sabia y sensata. Con ella, aprendemos a discernir las cosas debidamente, y ella nos enseña cómo ponerlas en práctica apropiadamente.

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Ascesis de los pensamientos (Parte II)

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Ayer nos habíamos enfocado en mostrar la importancia de la ascesis de los pensamientos, para que podamos obtener el dominio sobre ellos, y ser nosotros quienes decidamos qué clase de atención le damos a cada pensamiento. Después nos habíamos centrado en la lucha contra los pensamientos malos, a los que hay que combatir decididamente para que no ganen terreno.

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Ascesis de los pensamientos (Parte I)

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“Los pensamientos retorcidos apartan de Dios.” (Sab 1,3)

Con la virtud de la templanza, procuramos ordenar, con la ayuda de Dios, nuestros sentidos y la desarmonía que han generado en nuestra vida. Aquí tiene un papel fundamental la así llamada “ascesis de los pensamientos”, para poder recuperar el dominio sobre nuestros pensamientos, y no estemos simplemente indefensos, a merced de ellos.

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La virtud de la templanza

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“Si vivís según la carne, moriréis. Pero si con el Espíritu hacéis morir las obras del cuerpo, viviréis.” (Rom 8,13)

El desorden que quedó en el hombre a consecuencia del pecado original, ha de retornar al orden dispuesto por Dios, a través de Su gracia y nuestra cooperación. Es necesario refrenar sabiamente la rebelión de los sentidos y pasiones contra el espíritu.

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Ascesis y combate espiritual

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Al esforzarnos por obtener la virtud de la fortaleza y estando dispuestos a dejarnos formar totalmente por Dios, estamos en buenas condiciones para que la conversión existencial desemboque en un concreto e intenso camino de seguimiento de Cristo. Normalmente el camino a recorrer es extenso, al menos si Dios ha dispuesto que nuestra vida concluya con un fin natural. Por eso, meditaremos también sobre otras virtudes y frutos del Espíritu, para que todo aquello que Dios nos ofrece como constante ayuda en el camino, lo integremos en nuestro seguimiento del Señor.

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La virtud de la valentía

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Después de haber tratado el tema de la conversión existencial, y una vez que hemos visto que, para emprender el camino de la santidad y dar así la respuesta adecuada al amor de Cristo, se requiere de la disposición al cambio, echemos ahora un vistazo a las virtudes.

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La conversión existencial (Parte II)

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Ayer habíamos empezado a meditar sobre los primeros aspectos de una conversión existencial… Se trata de una conversión total, una firme decisión de entregarse por completo a Dios y responder a Su amor. No es, entonces, el empezar a sentir un tierno amor hacia Dios, ni es vislumbrar un poco de la bondad de Dios que llama a la conversión. Tampoco es una actitud indecisa, que aún se pregunta si acoger o no la fe como algo vinculante. No es tampoco una relación meramente tradicional con Jesús, sin haber tomado la decisión de seguirlo, de emprender concretamente su seguimiento.

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