Ante el creciente acercamiento entre los diversos pueblos, se torna cada vez más importante para la Iglesia la cuestión de cómo tratar con las religiones no cristianas. Últimamente, se ha inclinado más y más por la opción del diálogo interreligioso. En los documentos del Concilio Vaticano II, el cual tuvo un enfoque más pastoral que doctrinal, se resaltaron los elementos positivos de las otras religiones. leer más
Confianza filial a Dios – Meditaciones sobre el Mensaje del Padre (Parte 32)
Aunque ya habíamos tocado el tema de la confianza en la meditación del 22 de julio, queremos hoy profundizar en este aspecto tan importante. leer más
Respetar los mandamientos de Dios” – Meditaciones sobre el Mensaje del Padre (Parte 31)
Todos los hombres deben ser llevados a cumplir los mandamientos de Dios. Éste es el requisito indispensable, si se quiere vivir en verdad y si ha de reinar verdadera paz. Ya en los tiempos de la Antigua Alianza, la violación de los mandamientos de Dios acarreaba amargas consecuencias, y, si no había conversión, el Pueblo se alejaría más y más del Señor. leer más
Fervorosos apóstoles del amor del Padre – Meditaciones sobre el Mensaje del Padre (Parte 30)
Ayer habíamos visto cuán importante es para Nuestro Señor la glorificación del Padre Celestial. ¡Jesús mismo lo glorificó a plenitud! Pero también nosotros, los hombres, estamos llamados a glorificar a Dios, en la forma que corresponde a nuestra vocación. Y esta nuestra vocación deberíamos buscar con sinceridad, y permitir que el Espíritu del Señor nos la muestre. leer más
El Corazón de Jesús – Meditaciones sobre el Mensaje del Padre (Parte 29)
Para Nuestro Señor Jesús no hay mayor deseo que el de glorificar a Su Padre. En efecto, para eso vino al mundo: para dárnoslo a conocer. Cuanto más amemos al Señor, tanto más se hará nuestro este mismo anhelo: La glorificación plena de nuestro Padre; la alabanza de Su bondad. leer más
Primacía del amor a Dios – Meditaciones sobre el Mensaje del Padre (Parte 28)
En las meditaciones anteriores, habíamos señalado ya que el fundamento para todo acto de amor es el cumplimiento del primer mandamiento: amar a Dios con todo el corazón y con todas las fuerzas. Lo bueno que podamos hacer a partir de una decisión de la voluntad, sólo obtendrá su pleno resplandor al hacerlo en unión con Dios, dando testimonio de Él y haciéndolo, por tanto, para Su glorificación. leer más
Sanación y liberación – Meditaciones sobre el Mensaje del Padre (Parte 27)
Al conocer al Señor y al experimentar Su amor, nuestra vida y hasta las profundidades de nuestro ser se “destensan”, se “desbloquean”, por así decir. Nuestra alma y nuestro espíritu llegan cada vez más “a casa”, pues, de hecho, nuestro verdadero hogar es la comunión con Dios y los Suyos.
Dios quiere que todos se salven – Meditaciones sobre el Mensaje del Padre (Parte 26)
En la Sagrada Escritura y en el anuncio de la Iglesia se manifiesta el deseo de Dios de que todos los hombres se salven. Sabemos hasta dónde llegó esta voluntad salvífica de Dios: hasta la muerte en Cruz de Nuestro Señor para redimir a los hombres. ¿Puede haber un amor más grande? ¡No!
El amor de Dios y la misión – Meditaciones sobre el Mensaje del Padre (Parte 25)
Si entendemos la misión –que es el encargo del Resucitado de anunciar el evangelio a toda creatura (cf. Mt 28,19)– como expresión del amor de nuestro Padre, que busca a Sus hijos, entonces nos acercamos mucho a los deseos más profundos del Corazón de Dios. Él hace a los Suyos partícipes en esta búsqueda, confiándoles así un profundo anhelo de Su Corazón.
Amor a Dios y amor al prójimo – Meditaciones sobre el Mensaje del Padre (Parte 24)
El gran tema que está presente en todo el Mensaje del Padre es el amor de Dios y el amor a Dios.
Hoy en día resulta particularmente importante este tema, siendo así que no pocas veces en la Iglesia se está poniendo en primer plano la primacía del amor al prójimo y la mejora de este mundo, mientras que el cultivar el amor a Dios se coloca al mismo nivel o incluso por debajo. Así, sucede una especie de “cambio de perspectiva”, y el hombre, en lugar de Dios, ocupa el centro de atención.