Recordemos el hilo central de nuestras meditaciones cuaresmales: queremos llegar a ser mejores discípulos del Señor.
A la luz del discernimiento de los espíritus (discretio), hemos analizado la crisis existencial de la Iglesia y señalado las graves aberraciones del mundo. En consecuencia, hemos constatado que, en esta “situación de emergencia”, los fieles deben asumir de forma particular su responsabilidad en el seguimiento del Señor, sirviendo así a la Esposa de Cristo y a su misión. Esto nos lleva inevitablemente a un combate espiritual que no solo afecta a nuestro ámbito personal, sino que es nuestra contribución a la «guerra del Cordero», en la que estamos llamados a ocupar nuestro lugar en su ejército, bajo la guía del Espíritu Santo.