La responsabilidad de los pastores

Ez 34,1-11

La palabra del Señor me fue dirigida en estos términos: “Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel, profetiza. Dirás a los pastores: Así dice el Señor: ¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿No deben los pastores apacentar el rebaño? Vosotros os habéis tomado la leche, os habéis vestido con la lana, habéis sacrificado las ovejas más pingües; no habéis apacentado el rebaño.

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Soberbia satánica

Ez 28,1-10

El Señor me dirigió su palabra en estos términos: “Hijo de hombre, di al príncipe de Tiro: Esto dice el Señor: Tu corazón se ha engreído y has dicho: ‘Soy un Dios, sentado en un trono divino, instalado en el corazón del mar.’ Tú que eres un hombre y no un dios, equiparas tu mente a la de Dios. ¡Claro, eres más sabio que Daniel; ningún sabio se te puede comparar!

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MEDITACIONES MARIANAS – María: Esposa del Espíritu Santo

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Amada Virgen: ¡Cuántas manifestaciones del amor resplandecen en ti!

En relación con el Padre, te vemos como una amorosa hija; para el Hijo eres madre y discípula; al Espíritu Santo te une un amor esponsal.

Si ya aquí, en nuestra realidad terrenal, nos conmueve el tierno amor de una esposa humana, y podemos observar cómo ella florece y le dirige todo su corazón y su atención a su esposo, ¡cuánto más sucede así contigo, siendo así que tu Esposo es el Espíritu Santo mismo!

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MEDITACIONES MARIANAS – María: Madre del Hijo

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¡Cuán excelsa es la elección que te fue concedida, amada Madre de nuestro Señor Jesucristo!

Con asombro constatamos que no sólo te fue confiado el mismo Hijo de Dios; sino también todos aquellos que le pertenecen y entonan el cántico de los redimidos (cf. Ap 14,3). Y más aún: tú eres Madre de todos los hombres, y te conviertes en luz y consuelo para los que retornan a casa.

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MEDITACIONES MARIANAS – María: Hija del Padre

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¿Podría uno imaginar una hija del Padre Celestial más encantadora que tú, amada Virgen María?

Una hija que embelesa tanto a su Padre que Él le confía lo más precioso: su amado Hijo.

No, no puede haber alguien que se te iguale.

Tú eres aquella a la que el Señor ha elegido. Sólo Dios, el Santo, conoce toda tu belleza, con la que Él mismo te adornó; y sabe con cuánta alegría y ternura colmaste Su Corazón, viéndote en el esplendor de Su gracia.

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Santa Juana de Chantal y el martirio del amor

Mc 3,31-35 (Lectura correspondiente a la memoria de Santa Juana de Chantal)

En aquel tiempo, vinieron su madre y sus hermanos y, quedándose fuera, enviaron a llamar a Jesús. Y estaba sentada a su alrededor una muchedumbre, y le dicen: “Mira, tu madre, tus hermanos y tus hermanas te buscan fuera.” Él les responde: “¿Quién es mi madre y quiénes mis hermanos?” Y mirando a los que estaban sentados a su alrededor, dice: “Éstos son mi madre y mis hermanos: quien hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre.” leer más

La importancia del llamado

Mt 19,27-29 (Lectura correspondiente a la memoria de Santa Clara)

En aquel tiempo, Pedro, tomando la palabra, dijo a Jesús: “Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué recibiremos, pues?” Jesús les dijo: “Os aseguro que vosotros que me habéis seguido, en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, os sentaréis también vosotros en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel. Y todo aquel que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o campos por mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredará vida eterna.”

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Despreciar la propia vida

Jn 12,24-26 (Lectura correspondiente a la Fiesta de San Lorenzo)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, allí queda, él solo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su vida, la perderá; pero el que desprecia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna. Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará.”

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¡Vamos a morir por nuestro pueblo!

Est 4, 17 k-m, r-t (Lectura correspondiente a la memoria de Santa Edith Stein)

En aquellos días, la reina Ester se refugió en el Señor, presa de mortal angustia. Despojándose de sus magníficos vestidos, se vistió de angustia y duelo. En vez de exquisitos perfumes, echó sobre su cabeza ceniza y suciedad, humilló su cuerpo hasta el extremo, encubrió con sus desordenados cabellos la gozosa belleza de su cuerpo, y suplicó al Señor, Dios de Israel, diciendo: “Señor y Dios nuestro, tú eres único. Ven en mi ayuda, que estoy sola y no tengo socorro sino en ti, y mi vida está en peligro.

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Verdadera libertad

Mt 17,22-27

En aquel tiempo, mientras Jesús y los discípulos recorrían juntos Galilea, les dijo Jesús: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo matarán, y al tercer día resucitará.” Ellos se entristecieron mucho. Cuando entraron en Cafarnaún, se acercaron a Pedro los que cobraban el tributo y le preguntaron: “¿No paga vuestro maestro el tributo?” Respondió él: “Sí.”

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