Hb 11,1-7
La fe es garantía de lo que se espera y prueba de lo que no se ve. Por ella fueron alabados nuestros mayores. Por la fe sabemos que el universo, tanto lo visible como lo invisible, fue formado por la palabra de Dios.
Hb 11,1-7
La fe es garantía de lo que se espera y prueba de lo que no se ve. Por ella fueron alabados nuestros mayores. Por la fe sabemos que el universo, tanto lo visible como lo invisible, fue formado por la palabra de Dios.
Mc 8,34–9,1
En aquel tiempo, Jesús llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: “El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará.
Mc 8,27-33
En aquel tiempo, iba Jesús con sus discípulos hacia los poblados de la región de Cesarea de Filipo, y por el camino hizo esta pregunta a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que soy yo?” Ellos le respondieron: “Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que uno de los profetas.”
Mc 8,22-26
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a Betsaida. Le presentaron un ciego y le suplicaron que le tocase. Tomando al ciego de la mano, lo sacó fuera del pueblo y, tras untarle saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntó: “¿Ves algo?” Él, alzando la vista, dijo: “Veo a los hombres, pero los veo como árboles que andan.” Volvió a ponerle las manos en los ojos y comenzó a ver perfectamente.
Lc 10,1-9 (Evangelio correspondiente a la Fiesta de San Cirilo y Metodio)
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: “La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos.
Gen 4,1-15.25
Conoció el hombre a Eva, su mujer, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: “He adquirido un varón con el favor de Yahveh.” Volvió a dar a luz, y tuvo a Abel su hermano. Fue Abel pastor de ovejas y Caín labrador. Pasado algún tiempo, Caín hizo a Yahveh una oblación de los frutos del suelo. También Abel hizo una oblación de los primogénitos de su rebaño, y de la grasa de los mismos. Yahveh miró propicio a Abel y su oblación, mas no miró propicio a Caín y su oblación, por lo cual se irritó Caín en gran manera y se abatió su rostro.
Mt 5,17-37
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolirlos sino a darles cumplimiento. Os aseguro que, mientras duren el cielo y la tierra, no dejará de estar vigente ni una i ni una tilde de la ley hasta que todo suceda.
Mc 8,1-10
Por aquellos días, en vista de la gran cantidad de gente que volvió a reunirse, y no teniendo qué comer, llamó Jesús a sus discípulos y les dijo: “Siento compasión de esta gente, porque hace ya tres días que están aquí conmigo y no tienen qué comer.
Concluimos hoy el tema que habíamos estado tratando durante los últimos días: el camino para alcanzar un corazón puro. Nos basamos en estas palabras de Jesús tomadas del evangelio del 8 de febrero:
“Lo que realmente contamina al hombre es lo que sale de él. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, los deseos avariciosos, las maldades, el fraude, la deshonestidad, la envidia, la blasfemia, la soberbia y la insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre.” (Mc 7,20-23)
Continuamos hoy con el tema que estuvimos tratando ayer. Nos enfocamos sobre todo en estas palabras del evangelio del 8 de febrero:
“Lo que realmente contamina al hombre es lo que sale de él. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, los deseos avariciosos, las maldades, el fraude, la deshonestidad, la envidia, la blasfemia, la soberbia y la insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre.” (Mc 7,20-23) leer más