PADRE, CREO EN TU AMOR HACIA MÍ

“Sobre todo cuando se oscurece el cielo de mi alma y mi cruz se vuelve más pesada, siento la necesidad de repetirte: ¡Padre, creo en tu amor hacia mí!” (de la oración de la Madre Eugenia Ravasio “Dios es mi Padre”).

“¡Padre, creo en tu amor hacia mí!”. Esta frase podría convertirse en una jaculatoria que nos acompañe en nuestro camino de seguimiento de Cristo. Al repetirla frecuentemente, puede calar hondo en nuestra alma y surtir efecto en ella.

Como dice la oración de la Madre Eugenia, esto se vuelve particularmente importante cuando nuestra alma está a oscuras y nos agobian muchas cosas, o cuando la cruz que cargamos se torna demasiado pesada. Precisamente en esos momentos es importante elevar la mirada y pronunciar esta oración confiada. Si ya nos hemos habituado a repetirla frecuentemente como una oración del corazón, entonces nos resultará tanto más fácil aplicarla en las situaciones concretas.

Lo difícil cuando atravesamos un estado de oscuridad es que ya no encontramos tan fácilmente el acceso a Dios y podemos quedar como paralizados. Esta oscuridad suele afectar de forma particular a nuestro mundo emocional y se apodera de él. Parece haberse perdido toda agilidad y al final de ese túnel podría quedar solo la desesperanza.

Es entonces cuando esta oración actúa como un elixir, aunque la pronunciemos “a secas”, es decir, sin sentimientos ni alegría. Pero será un importante acto de fe, que nos devolverá y nos recordará la situación objetiva y real. Sin duda alguna, nuestro Padre Celestial no nos ha retirado su amor, sino que, sobre todo en tales momentos, querrá estar cerca de su hijo.