Como continuación de la meditación de ayer, en la que habíamos meditado las conmovedoras palabras de nuestro Padre Celestial a través de Sor Eugenia Ravasio, quisiera ofrecer una oración que expresa nuestra entrega a Dios Padre. La he escrito yo mismo para incluir en ella las grandes intenciones que presentamos a nuestro Padre. Tal vez algunos de nuestros oyentes quieran adoptarla para expresar su propia entrega al Padre. En todo caso, puede servir también para interiorizar en nuestro corazón los grandes deseos que mueven a nuestro Padre Celestial.
“Amado Padre Celestial, atraído por Tu infinito amor, vengo a Ti para ofrecerte mi corazón.
Quiero que sea para Ti un lugar de reposo, en el cual permanezcas siempre, pudiendo conceder todo cuanto has dispuesto en Tu amor.
Entonces, Padre, cuando Tú estés en casa en mi corazón y yo en el Tuyo, permíteme ser testigo de Tu misericordia e ir junto a Ti en busca de aquellos que aún están tan lejos de Ti y no te comprenden como Tú eres en verdad. Iluminados por Tu luz, han de reconocerte, honrarte y amarte, y hallar el camino de regreso a casa en Tu Hijo Jesucristo.
Atrae a la Iglesia a Tu Corazón y libera a sus miembros de toda confusión y ceguera, para que Ella resplandezca en Tu Espíritu Santo y anuncie el evangelio con autoridad.
¡Que Tú, Amado Padre, seas honrado por toda la humanidad con una Fiesta propia en honor Tuyo, de modo que Tu espíritu de paz se derrame sobre los hombres!”