“NUESTRO ÁNGEL DE LA GUARDA”  

«A sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos» (Sal 90,11).

La providencia de nuestro Padre no tiene límites y no nos deja solos ante los peligros que afrontamos en el camino de la vida. Antes bien, nos da como acompañantes a los amigos más bondadosos que podamos imaginar, que a su vez se sienten dichosos de poder ayudar a sus hermanos en la Tierra. Se trata de los santos ángeles, que nos han sido enviados como protectores y educadores. En ellos, Dios nos muestra todo su amor y cuidado, porque ¿podría haber escogido mejores acompañantes para nosotros que aquellos que ven constantemente su rostro (cf. Mt 18,10) y le sirven con ardiente amor? No, de otro modo lo habría hecho.

La luz que los ángeles nos comunican es la luz de Dios, y la protección que nos brindan es su cuidado sobre nosotros, pues fue Él quien les encomendó esa tarea.

¿Y ellos? Obedecen de buena gana al Padre Celestial, pues no hay nada que les complazca tanto como cumplir sus órdenes y adorarlo. ¡Qué alegría supone esto para ellos!

Como dice San Bernardo, los ángeles son fieles, sabios y poderosos. El mismo santo describe en pocas palabras lo que significa su presencia en nuestras vidas: «Están ahí, junto a nosotros y para nosotros». En ellos no solo encontramos espíritus bienaventurados que cumplen la voluntad de Dios y luego siguen su camino, sino que permanecen con nosotros hasta que alcancemos la meta.

¿Y cuando la hayamos alcanzado? ¡Seguirán viviendo en amorosa comunión con nosotros en la eternidad! Estarán agradecidos con el Señor, y el Señor con ellos, por habernos guiado hasta la meta, donde ahora le adoraremos juntos eternamente y nos regocijaremos en la visión de su gloria.

Así pues, vemos la singularidad del regalo que nuestro Padre nos ha hecho. Nuestro ángel de la guarda no solo es un amigo que nos acompaña a través de los peligros de nuestra vida terrenal, sino que se preocupa sobre todo por nuestra vida eterna, para que no perdamos el don infinito de Dios. ¡Gracias a él y, sobre todo, a nuestro Padre, que lo ha puesto a nuestro lado!