NO TE DEJES DESANIMAR

 

“Nunca te dejes desanimar. Tenemos la mirada puesta en ti y no permitiremos que te suceda más de lo que puedas soportar”(Palabra interior).

En nuestro camino de seguimiento del Señor, pueden presentarse situaciones en las que necesitaremos especialmente estas palabras. A veces —o incluso frecuentemente—, nuestro Padre permite que sucedan cosas difíciles de afrontar, ya sea a nivel personal o en el mundo y en la Iglesia. Son cruces que tenemos que cargar, cuyo sentido nos parece difícil de entender y que solo podemos superar a través de la fe. En tales circunstancias, nos desanimamos con facilidad.

Pero, si esto sucede, la tentación habrá conseguido uno de sus objetivos. Un desanimado soldado del Señor puede ser fácilmente disuadido de hacer lo que aquellas circunstancias difíciles le permitirían ofrecer por el Reino de Dios. Por tanto, debemos aceptar las cruces como venidas de la mano de Dios, aprender a sobrellevarlas y hacer que sean fructíferas. Siempre podemos pedirle al Señor que nos lo enseñe.

¿Qué otra cosa puede ayudarnos en tales situaciones? La segunda parte de la palabra de hoy nos asegura que nuestro Padre nos ve cuando sufrimos bajo la cruz y que solo permite que nos sobrevenga lo que seamos capaces de soportar. Podemos aferrarnos a esta certeza cuando tengamos la impresión de que las dificultades superan nuestra capacidad. Esto va de la mano de un acto de confianza «a secas», sin comprender aún por qué el Señor ha permitido esa cruz. En algún momento lo comprenderemos y reconoceremos con gratitud que la permitió para nuestra salvación.

Entretanto, la cruz podrá producir grandes frutos si la cargamos con confianza y no nos dejamos desanimar, aunque nos resulte difícil. Es una participación en la cruz de nuestro Señor, y a partir de ahí se deriva la grandeza del fruto. Y nos daremos cuenta de que forma parte del amor de nuestro Padre el permitir la cruz en nuestro camino y nos hará madurar a través de ella.