NO NOS DEJES CAER EN TENTACIÓN

“No nos dejes caer en la tentación” (Mt 6,13).

Todos sabemos que nuestro Padre no permite que nos sobrevengan tentaciones que superen nuestra capacidad. Antes bien, nos ayuda a combatirlas y a crecer en esta lucha: “Fiel es Dios, que no permitirá que seáis tentados por encima de vuestras fuerzas; antes bien, con la tentación, os dará también el modo de poder resistirla con éxito” (1Cor 10,13).

Sin embargo, las permite como oportunidad para demostrar nuestra fidelidad. Aunque sucumbamos a las tentaciones, Dios se vale de ellas para hacernos conscientes de nuestra debilidad cuando nos sentimos demasiado seguros de nosotros mismos. En efecto, la falsa seguridad puede generar soberbia, que es el enemigo más peligroso del alma.

Por eso, nuestra petición al Señor es que nos asista en las tentaciones y nos muestre siempre la salida. Estamos expuestos a tantas tentaciones que necesitamos la ayuda de Dios, incluso para identificarlas como tales. Además, le pedimos los medios adecuados para rechazarlas. Cuando sufrimos derrotas, imploramos su misericordia y debemos estar dispuestos a aprender de los errores, preguntándonos cuál pudo ser la razón por la que no supimos rechazar la tentación con la fuerza de Dios. Así nos preparamos para las próximas pruebas.

Junto a esta petición, hemos de rogar a nuestro Padre por una gran vigilancia espiritual, de modo que podamos vivir cada vez más con esa atención que nos permite reconocer las tentaciones en su raíz y afrontarlas debidamente. Es importante aferrarse a lo que nos aseguran las Escrituras:

“Nadie, cuando sea tentado, diga: ‘Es Dios quien me tienta’; porque Dios ni es tentado al mal ni tienta a nadie, sino que cada uno es tentado por su propia concupiscencia, que le atrae y le seduce” (St 1,13).