“NADA MÁS NOBLE Y EXCELSO QUE SERVIR A DIOS”  

«Observad los mandamientos del Señor. No hay nada más noble y excelso que servir a Dios» (San Lorenzo Justiniano).

Estas palabras fueron pronunciadas por San Lorenzo Justiniano, patriarca de Venecia, cuya fiesta celebramos hoy según el calendario tradicional. Este fue su último discurso antes de morir. Luego murió diciendo: «Vengo a ti, oh Jesús».

Había pasado una vida de muchas privaciones que, desde su infancia, había encomendado al Padre Celestial. A él puede aplicársele la frase: «Ningún camino le resultaba demasiado largo, ninguna carga demasiado pesada, ningún esfuerzo demasiado grande». El amor a Dios le impulsaba y se dice que, gracias a sus oraciones y penitencias, Venecia se salvó de la destrucción.

En efecto, servir a Dios es lo más noble y excelso, y al mismo tiempo lo más natural. ¡Servimos al Señor de señores, que es también el más bondadoso y tierno de todos los padres! ¿Podríamos imaginar algo más bello, noble y excelso?

Por desgracia, no somos lo suficientemente conscientes de ello, ni de la dignidad que este servicio nos otorga. Aunque hoy en día el mundo lo reconozca cada vez menos, o incluso lo desprecie y persiga, esto no cambia la realidad ante Dios.

Así pues, estamos llamados a servir con alegría a nuestro Padre celestial cada día de nuestra vida y a aprovechar cada ocasión que se nos presente para agradarle. ¡Él mismo nos anima a hacerlo! En su bondad, Dios mismo se nos da a conocer para que nos resulte más fácil servirle, especialmente en las etapas más difíciles.

Quedémonos con este otro consejo del santo de hoy para que, si es posible, no perdamos tiempo en nuestro camino de seguimiento del Señor:

«¿Quién comprende el valor del tiempo? Solo lo conocen aquellos que alguna vez lo han perdido».