“MOMENTOS DE PRUEBA”  

«No te desanimes si alguien te rechaza o incluso te odia. Permanece en el amor, como yo lo hice siempre. Tal vez así puedas incluso ganar sus corazones» (Palabra interior).

En nuestro camino, podemos encontrarnos con personas que nos rechazan o incluso nos odian. Si permanecemos fieles a la fe en tiempos cada vez más anticristianos, esto puede suceder con mucha facilidad, sobre todo si no estamos dispuestos a hacer concesiones en lo referente a la fe y la moral, y nos mantenemos firmes en nuestras convicciones. Son momentos de prueba, en los que podemos demostrar nuestro amor a Dios, pero también momentos en los que, con la gracia de Dios, podemos elevarnos por encima de nosotros mismos.

Si permanecemos en el amor incluso en medio de tales circunstancias, es señal de que el amor divino ya ha conquistado nuestro corazón y eleva nuestra limitada capacidad de amar hacia actos verdaderamente magnánimos, incluso divinos. Fue precisamente así como actuó nuestro Señor Jesucristo, en virtud de su naturaleza divina. Ciertamente, nosotros no poseemos naturaleza divina, pero nuestro Padre celestial nos concede su gracia e incluso nos hace partícipes de su naturaleza divina. Y esta gracia nos hace capaces de no reaccionar de forma meramente humana ante la hostilidad y el rechazo, cerrando todas las puertas, sino de dejar siempre abierto el camino para quizá conseguir incluso conquistar los corazones de quienes nos odian.

Sin duda, es una exigencia elevada. Ya es mucho si sufrimos una injusticia y no nos vengamos. Pero si le presentamos a Dios todos los sentimientos que surgen en tal situación y le pedimos la gracia de responder a su manera, entonces se crea una nueva perspectiva que conlleva la posibilidad de un cambio para bien o, al menos, no lo excluye.

Nadie quiere encontrarse en una situación de rechazo. Pero, si surge, debemos afrontarla con la gracia de Dios. ¡Así crecemos en el amor y nos asemejamos al Señor!