“MI VIDA COMIENZA DE NUEVO CADA DÍA”  

«Mi vida comienza de nuevo cada día y termina cada noche» (Santa Edith Stein).

¿Entendemos bien lo que nos transmite la santa carmelita Edith Stein en esta frase?

Con nuestro Padre, siempre existe la posibilidad de un nuevo comienzo. Esto no solo se aplica al momento en que decidimos alejarnos del pecado y empezamos a vivir en su gracia, sino a todo el camino de seguimiento del Señor.

Es la desbordante bondad de nuestro Padre Celestial la que mantiene abiertas las puertas del perdón incluso para el mayor pecador, para que pueda experimentar un nuevo comienzo hacia la vida eterna. En el Mensaje a la Madre Eugenia, nuestro Padre exclama: «Todos los que me llamen con el nombre de ‘PADRE’, aunque fuese una sola vez, no perecerán; sino que les será asegurada la vida eterna en comunión con los elegidos».

Si nuestro Padre, por amor a los hombres, lanza el salvavidas hasta el último momento incluso a quien ha desperdiciado su vida y le ha ofendido, ¡cuánto más ofrecerá cada día a sus fieles la oportunidad de demostrarle su amor! Es la oportunidad de mejorar, de trabajar en esto o aquello, de estar más atentos a tal o cual cosa, de buscar y cumplir con mayor esmero lo que el Señor quiere de nosotros, de profundizar en el amor hacia Él y hacia el prójimo.

«Cada día tiene bastante con su propio mal» (Mt 6,34), nos dice Jesús en relación con la exhortación a no preocuparnos por el mañana. Don Bosco lo expresa así: «Aférrate a Dios. Sé como el pájaro que, aunque se rompa la rama, no deja de cantar, ¡porque sabe que tiene alas!».

Comienza una vida totalmente distinta cuando no solo sabemos que la gracia de Dios existe, sino que contamos firmemente con ella. Pase lo que pase, con toda certeza, mañana mi vida empezará de nuevo con el Señor. ¡Él ha preparado este día desde toda la eternidad! Es el amor el que hace nuevas todas las cosas. ¡He aquí el secreto de que cada día traiga una nueva vida! Edith Stein lo entendió.