“MI AMOR ABARCA A TODOS LOS HOMBRES”

“Mi amor abarca a todas las criaturas racionales, cuyo conjunto constituye la humanidad” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio).

El amor de nuestro Padre es para todos los hombres. De nuestra fe recibimos esta certeza y nos esforzamos por acoger este amor, llenándonos de él y dejándonos formar por él.

No es difícil amar a los que también nos aman. Pero el amor del Padre no se queda ahí; sino que quiere conquistar a todos los hombres. Nos amó cuando aún éramos pecadores y estábamos en enemistad con Dios (Rom 5,8). Este amor, que no se puso límites, quiere llegar a todos los hombres, pues para este amor hemos sido creados e “inquieto está nuestro corazón mientras no repose en Ti”, como nos dice San Agustín.

Una vida que se cierra a este amor es una contradicción en sí misma. Pero precisamente aquí se manifiesta el incomparable amor de nuestro Padre. Él, el Infinito, de quien todo ser procede, viene en la Persona de su Hijo a este mundo, a menudo tan alejado de Él, con todas sus contradicciones y maldad.

Dios no viene a juzgar a los hombres y hacerles pagar todas sus transgresiones; sino para salvarlos (Jn 12,47). Él permite que los hombres den muerte a Aquél que los creó; que se mofen del que los amó; que coronen de espinas al que es su verdadero Rey…

En su Hijo, el Padre clava esta contradicción en la Cruz, para resolver lo que no tiene solución; para vencer la maldad a través del amor divino; para transformar en esperanza la desesperanza de una vida fracasada; para otorgar al hombre, esclavizado por el pecado, la libertad de los hijos de Dios.

¡Se dirige a todos sin excepción! Todos están llamados a reconocer el amor del Padre Celestial, a despertar de las incoherencias de su vida y empezar a vivir de verdad, en conformidad con la Voluntad de nuestro Padre. Entonces reinará en sus vidas la verdadera paz y la alegría pura.