LA VIGILANCIA DEL AMOR

 

“El tiempo apremia” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio).

El eterno Padre nos dice que el tiempo apremia; el Apóstol Pablo nos exhorta a “aprovechar bien el tiempo presente” (Ef 5,16). ¡Así que no hay tiempo que perder!

En efecto, cada hora que malgastamos en las vanidades y naderías de este mundo, en lugar de dedicarla al servicio de nuestro Señor, es una hora perdida.

Ciertamente, la frase de hoy puede interpretarse en varias dimensiones.

Tanto al mundo como a cada persona en particular le ha sido dado un período limitado de tiempo, que sólo el Padre conoce y determina con exactitud. Entonces, si Él señala que el tiempo apremia, es una exhortación a realizar sin demora y con todas nuestras fuerzas y perseverancia la parte que nos corresponde en la obra de Dios. Estas palabras de Jesús en el Evangelio de San Juan nos lo dejan en claro:

“Es necesario que nosotros hagamos las obras del que me ha enviado mientras es de día, porque llega la noche cuando nadie puede trabajar” (Jn 9,4).

La Sagrada Escritura nos exhorta de muchas maneras a estar en vela y a esperar siempre el Retorno de Cristo, a fin de estar preparados y que el Señor nos encuentre trabajando como obreros en su viña.

Las palabras iniciales de la meditación de hoy, extraídas del Mensaje del Padre, se sitúan en este contexto:

¡El tiempo apremia! Desearía que los hombres sepan cuanto antes que los amo…”

La urgencia del amor de Dios es que los hombres lo conozcan tal como es y correspondan así a su amor. Sólo entonces sus vidas desplegarán su sentido más profundo y se volverán fecundas. Sólo entonces se restablecerá el verdadero orden del cosmos: La relación de amor entre el Creador y su criatura, el hombre, a quien ha elevado a ser hijo suyo. Sólo entonces se despertará la vigilancia necesaria que nace del amor, para interpretar los signos de los tiempos y no perder el tiempo.