“Pero una y otra vez Tu pueblo se rebeló contra Ti. En consecuencia, tuvo que atravesar durante cuarenta años el desierto – hasta que lo llevaste a la Tierra Prometida, por manos de Tu siervo Josué” (Himno de Alabanza a la Santísima Trinidad).
La Alianza que había quedado sellada entre Dios y su Pueblo no garantizaba que, a partir de entonces, todos los israelitas quedasen exentos de la confusión y del pecado y, confiando en Dios, emprendiesen en adelante el camino recto, dejándose guiar dócilmente por el Señor hacia la Tierra Prometida.
Conocemos bien el pasaje del becerro de oro (Ex 32,1-6), la rebelión de Coré, Datán y Abirón (Num 16,1) y las repetidas quejas e incluso duros reproches del Pueblo contra Dios (Ex 16,2-3). También Aarón y María se rebelaron contra Moisés y cuestionaron su elección (Num 12,1-2). Pero Dios les dejó en claro que había dado una gracia especial a éste su siervo: “Si hay entre vosotros un profeta, en visión me revelo a él y hablo con él en sueños. No así con mi siervo Moisés: él es de toda confianza en mi casa” (Num 12,6-7).
Indecibles fueron los esfuerzos de nuestro Padre por educar a su Pueblo, a fin de que no se apartase de su camino y continuara en la senda de la vida.
Después de las transgresiones que el Pueblo cometía, Moisés se presentaba una y otra vez ante nuestro Padre para implorarle que los eximiera de la desgracia que acarreaba el pecado y suplicarle que no se apartara de ellos. Con gran intimidad nuestro Padre trataba con Moisés: “Boca a boca hablo con él, abiertamente y no en enigmas, y contempla la imagen del Señor” (Num 12,8).
Así, una y otra vez Moisés pedía a su Señor indulgencia para el Pueblo obstinado y le rogaba al Padre que, a pesar de toda su rebeldía, lo condujera a la Tierra que había prometido a Abrahán, Isaac y Jacob.
Y Moisés fue escuchado, porque había encontrado gracia ante Dios. Así, nuestro Padre condujo a su Pueblo por medio suyo hasta los límites de la Tierra Prometida, pero Moisés no entró con ellos. El Señor había suscitado para esta tarea a Josué, hijo de Nun…