LA RED DEL AMOR

“Echaré una vez más la red de mi amor. ¡Echa la red conmigo!” (Palabra interior).

¿Estamos dispuestos a cooperar en la gran pesca del Señor? ¿Aún tenemos la esperanza de que muchas personas encuentren la fe, precisamente en estos tiempos oscuros que se ciernen sobre la humanidad?

Pensemos en San Pedro. Había pasado la noche entera sin éxito en la pesca. Cuando el Señor le dijo que echara nuevamente las redes, primero replicó: “Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada”. Pero entonces Pedro añadió las palabras decisivas que todos deberíamos responder a la exhortación del Señor: “Basta que tú lo dices, echaré las redes”. Así lo hizo y pescó una enorme cantidad de peces (Lc 5,4-6).

Lo decisivo no es nuestra propia apreciación de si vale la pena echar una vez más la red del amor; sino la exhortación del Señor. Nosotros somos sólo sus colaboradores. Él quiere que echemos la red con Él, confiando en su palabra, precisamente en estos tiempos en que muchas veces las personas se encuentran desorientadas, el testimonio de la Iglesia se ha debilitado, la política a menudo es corrupta y nuestro Padre está cayendo en el olvido.

Nuestro Señor quiere echar una vez más la red del amor para que los hombres sean atraídos por este amor, para que descubran el secreto de su existencia –ser hijos amados del Padre Celestial– y para que esta vida les dé la verdadera felicidad que buscan.

Ciertamente Él nunca ha dejado de echar la red del amor. Pero puede haber momentos en que se vuelva particularmente urgente hacerlo. Si no me equivoco, el tiempo presente es uno de estos momentos, pues “todavía hay tantos que no se encuentran en las praderas que Yo he preparado para ellos” (Palabra interior).