“LA PETICIÓN DE NUESTRO PADRE”  

«Dirigidme vuestra oración, para que yo pueda llevar a cabo la obra de mi amor en todas las almas» (Mensaje de Dios Padre a Sor Eugenia Ravasio).

Esta es, sin duda, una de las oraciones más importantes que podemos elevar a nuestro Padre, si Él nos ha llamado a cooperar en la obra de su amor. Aunque aquí se dirige en primer lugar a los sacerdotes y religiosos, a quienes ha encomendado una tarea especial en virtud de su vocación, todos sus hijos pueden cumplir esta petición. De esta manera, participamos en la gran obra de su amor con el fin de que llegue al mundo entero y su luz se difunda. En efecto, todos los hombres deben conocer, honrar y amar a su Padre Celestial, ¡y con ello se asocian muchas promesas!

Resulta conmovedor que nuestro Padre se dirija personalmente a cada uno de nosotros. Esto debería motivarnos a incluir esta intención en nuestras oraciones y convertirnos así en colaboradores concretos de su obra. Nosotros seremos los primeros en ser bendecidos si prestamos este santo servicio, porque el amor del Padre no solo se dirige a nosotros para pedirnos un favor, sino que, al mismo tiempo, nos hará crecer en el amor. ¿Y qué puede haber más importante que crecer en el amor, dejar que el amor de Dios impregne nuestra vida y nos convierta en mensajeros de su paz?

Hoy se nos ofrece un camino sencillo: cumplir la petición de nuestro Padre y hacer nuestras sus intenciones. Si nos preocupamos por las intenciones de nuestro Padre, Él se preocupará aún más por todo lo que concierne a nuestra vida. Al responder a su petición, la gracia se abre paso hacia nosotros y nos vuelve más receptivos a los deseos del Corazón de nuestro Padre. ¡Así crece el amor!