Mt 17,10-13
Al bajar del monte, los discípulos preguntaron a Jesús: “¿Por qué, pues, dicen los escribas que Elías debe venir primero?” Respondió él: “Ciertamente, Elías ha de venir a restaurarlo todo. Os digo, sin embargo, que Elías vino ya, pero no le reconocieron, sino que hicieron con él cuanto quisieron. Así también el Hijo del hombre tendrá que padecer de parte de ellos.” Entonces, los discípulos entendieron que se refería a Juan el Bautista.
El evangelio de hoy nos permite retomar la meditación del 9 de diciembre, en la cual habíamos hablado sobre Juan el Bautista y la misión del Profeta Elías.
El profeta Elías es una figura destacada de la Antigua Alianza. Con justa razón, se lo puede denominar como el profeta por excelencia del Antiguo Testamento. En la lectura de hoy, tomada del libro de Sirácides, se alaba con grandes palabras a Elías y a sus obras (Eclo 48,1-4.9-11). Este profeta es especialmente venerado entre los fieles ortodoxos, y son incontables las capillas que se construyen en honor del “Santísimo Elías”, como se lo llama en la liturgia bizantina. Este profeta es venerado en las tres religiones monoteístas: en el judaísmo, en el islam y en el cristianismo.
Entre los elogios que la lectura de hoy le dirige al Profeta Elías, hay una que destaca en particular y que vale la pena meditar en el contexto del evangelio de hoy. Así dice el libro de Sirácides: “Fuiste designado para censurar los tiempos futuros, para aplacar la ira antes de que estallara, para reconciliar a los padres con sus hijos, y restablecer las tribus de Jacob.” (Si 48,10)
Las palabras de Jesús nos dejan en claro que la venida de Elías, quien fue arrebatado a los cielos, se cumplió en la figura de Juan el Bautista. Él preparó el camino para el Señor, siendo así el precursor de la Venida de Cristo. Con esto, también queda claro que, con la llegada de Jesús, se han inaugurado los Últimos Tiempos.
Se trata de un período de gracia especial para la humanidad, pues en el Mesías se le ofrece el perdón de los pecados y una vida nueva. Es el Señor quien aparta de nosotros la ira de Dios, pues Él mismo toma sobre Sí el castigo que el hombre atrajo con su pecado.
A partir de Juan el Bautista, hay un camino directo hacia Jesús, pues él mismo exclamó: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Jn 1,29). Él bautizaba con agua, mientras que Jesús bautizará con fuego (cf. Mt 3,11). San Juan Bautista sufrió la muerte por defender la ley de Dios; la muerte de Jesús sirve como expiación por los pecados del mundo entero.
Según las palabras del Señor, Juan Bautista no es Elías mismo que ha bajado del cielo; sino que es otra persona. Por tanto, el Señor debe haberse referido a la misión de Elías, que sigue viva y continúa en el Bautista. De hecho, podemos encontrar elementos semejantes entre ambos. Tanto Elías como Juan vivieron durante un tiempo en el desierto; y ambos tenían discípulos. Elías condujo al Pueblo judío de regreso al verdadero Dios, cuando ofreció en el Monte Carmelo un sacrificio grato a Dios y desenmascaró así la falsedad de la idolatría de los sacerdotes de Baal (cf. 1Re 18,21-40). San Juan llamó a la conversión, para reconciliar al Pueblo con Dios. Ambos fueron perseguidos, y en ambos casos la principal causante era una mujer que convivía con el rey de su tiempo.
Puesto que ambos profetas prefiguraron la vida del Señor, podemos preguntarnos si con la Venida del Mesías ya se cumplió definitiva y completamente la misión de Elías.
El hecho de que Jesús hable de que San Juan vino en la misión de Elías –aunque no era la misma persona– deja abierta la posibilidad de que su misión vuelva a hacerse presente de forma especial cuando se acerque el Retorno de Cristo.
En la liturgia bizantina hay una oración que nombra a Elías como “Precursor de la Venida de Cristo”, mientras que Juan es llamado el “Segundo Precursor de Su Venida”. ¿Será que puede venir todavía un “tercer precursor”, que aparezca en un tiempo de gran amenaza para el Pueblo de Dios y que llame insistentemente a la humanidad a la conversión, invitándola a aprovechar la misericordia divina y a cambiar de vida? Uno que advierta cuando llegue un Anticristo, o incluso cuando aparezca el último Anticristo, pretendiendo instaurar su dominio… ¡Sólo Dios sabe si sucederá así y cuándo será el momento!
Ciertamente, una misión en el espíritu de Elías también estaría relacionada con ayudar al Pueblo judío a reconocer a su Mesías, después de tanto tiempo. Quizá los judíos confíen en alguien que venga “en el espíritu de Elías”, de manera que él pueda advertirles de no seguir al Anticristo creyendo que es el Mesías, aunque les prometa grandes cosas. ¡Cuántas veces han sido engañados por falsos Mesías! Tal vez el que venga en el espíritu de Elías pueda ayudar a que los judíos y los cristianos se encuentren en el mismo Mesías, así como Elías vino a reconciliar a los padres con sus hijos. Tal vez también pueda ayudar a superar las divisiones dentro del cristianismo, uniendo a todos en la verdad.
Ciertamente dará testimonio de Cristo con autoridad, y de ninguna manera mezclará las religiones. Y a pesar del anuncio de la misericordia, señalará al pecado por su nombre y no confirmará a las personas en sus faltas ni las relativizará. Su misión será totalmente distinta a la de aquel que engaña a la humanidad y la induce a error.
¡En realidad estamos necesitados de la venida de un Elías! Existe tanta desorientación en el mundo, que hoy en día incluso se está difundiendo en la Iglesia. Tal vez el Señor suscite personas que estén llamadas a servir a una misión tal. ¡Sería una enorme gracia!