“LA MAYOR DICHA”

 

«La mayor dicha en la vida es la convicción de saberse amado» (Santo Domingo de Guzmán).

Todos los hombres podrían tener parte en esta dicha, aun si sus circunstancias de vida son difíciles. Realmente es así, pues Dios ama a todos los hombres. En esta certeza radica la mayor dicha para toda criatura. Nadie está excluido de ella, y nuestro Padre Celestial invita a todos los hombres a conocer su amor y a vivir en él.

Pero para ello es necesario que tengan un encuentro con este amor, de modo que puedan vivir en esta convicción. Por tanto, se torna aún más importante que nosotros demos a conocer de palabra y de obra el amor de nuestro Padre Celestial a los hombres, para que entren en contacto con él a través nuestro. Deberían escuchar y asimilar, por ejemplo, estas palabras que nuestro Padre Celestial dirigió a la Madre Eugenia cuando se le apareció para establecer la obra de su amor:

“¡Paz y salvación para esta casa y para el mundo entero! ¡Que mi poder, mi amor y mi Espíritu Santo toquen los corazones de los hombres, para que la humanidad entera se encamine hacia la salvación y regrese a su Padre, que la busca para amarla y salvarla!”

Dios busca a cada alma y quiere darle a entender de todas las maneras posibles que la ama sin interés alguno: “[Todos] han de saber que no tengo otro deseo más que el de amarlos, colmarlos de mis gracias.”

Pero a menudo se ciernen densas sombras y experiencias negativas sobre las almas de los hombres, de modo que ya no creen en el amor. Sin embargo, no debemos decaer en nuestra oración para que estas sombras se disipen y un rayo de luz caiga sobre aquellas almas necesitadas, de modo que puedan asimilar estas palabras del Padre Celestial: “Yo soy el Sol que ilumina, que calienta y que os abriga. Mirad y reconoced que yo soy vuestro Creador, vuestro Padre, vuestro único Dios.”