“No hay nada que glorifica tanto a Jesús como hacer la Voluntad del Padre” (Palabra interior).
Si queremos comprender más profundamente a nuestro Señor, tenemos que mirar en su corazón y percibir lo que le mueve. No es difícil reconocerlo, porque muchas veces el Señor mismo lo atestiguó y lo dejó en claro con cada una de sus palabras y obras. Jesús quiere hacer la Voluntad del Padre.
¿Qué más podría desear el Hijo de Dios? Este era su alimento (Jn 4,34), esta era su vida, este fue su camino hasta la muerte en Cruz.
Ahora bien, esta invitación divina se extiende también a nosotros. Toda nuestra vida ha de estar orientada a glorificar a nuestro Padre Celestial, como lo hizo su Hijo Unigénito. Jesús nos introduce en éste su gran amor. Quiere estar unido a nosotros en él.
Si amamos a Jesús, queremos amar de forma especial lo que Él ama. Y de muchas maneras Jesús nos da a conocer lo que ama.
El Señor es glorificado por el Padre, porque nuestro Padre ha dado todo al Hijo (Lc 10,22), que cumplió su Voluntad hasta la muerte.
También nosotros estamos llamados a tener parte en esta glorificación. No es menos lo que Jesús quiere para nosotros. Si le seguimos día tras día, Él nos introducirá cada vez más profundamente en la Voluntad del Padre, de manera que se nos vuelve natural cumplirla. No sólo la vemos como algo que se nos pide desde fuera, sino que puede llegar a ser tan entrañable y podemos interiorizarla tanto como nuestro Señor mismo.
¿Es un buen alimento? Sí, siempre, aunque a veces no la entendamos. Jesús nos introducirá una y otra vez en este misterio para alabar la Voluntad del Padre incluso en las horas de oscuridad. Fue así como Él glorificó al Padre, y así seremos glorificados nosotros en Él.