“LA FUERZA DE LA SENCILLEZ”

«Cuanto más sencilla sea una cosa, más fuerza y potencia posee» (Maestro Eckhart).

Sabemos que la fe cristiana no es complicada. De hecho, incluso los niños pueden asimilarla con facilidad. Eso significa que Dios y la fe, el supremo bien que Él nos concede, son sencillos. A menudo, las complicaciones son obstáculos para el «camino sencillo». También conocemos personas complicadas a las que les cuesta seguir una lógica simple y clara y que frecuentemente añaden complicaciones a asuntos que serían fáciles de resolver.

Sin embargo, Dios nos concede la capacidad de seguir con sencillez la lógica inherente a las cosas, de sacar las conclusiones correctas y ponerlas en práctica. Eso nos confiere fuerza interior y fortaleza. No nos detenemos a mitad de camino, no titubeamos, no dudamos, no volvemos a cuestionarlo todo y a sentirnos inseguros.

Podemos entenderlo fácilmente con el ejemplo de la fe. Si confiamos en nuestro Padre, acogemos su Palabra en nuestro interior y acatamos la doctrina de la Iglesia, avanzamos por el camino seguro. Esa será la clave para afrontar todas las situaciones que se nos presenten. Entonces, nuestra vida sigue una línea clara, sencilla y sobrenatural, es decir, la luz del Señor nos guía. Si permanecemos en ella, nos traerá claridad, seguridad y la capacidad de entender cada vez mejor las circunstancias difíciles de la vida y encontrar una solución. ¡Así de sencillo!

Para que Dios pueda resolver junto a nosotros las situaciones difíciles, debemos estar atentos a la guía del Espíritu Santo y dispuestos a seguirle. Frente a aquellas cosas que superan nuestra capacidad, hemos de orar confiadamente y alabar a nuestro Padre, ante quien nada está escondido y que siempre conoce el camino correcto. Esta sencillez será nuestra fortaleza.